“Que canten los niños”, por Dante Andreo
“Que canten los niños”
Ciclo de Conciertos “VOCES BLANCAS” en la Fundación Juan March de Madrid
No son muy frecuentes, por desgracia, las ocasiones que tenemos de oír un Ciclo de Conciertos dedicado a los Coros Infantiles, por lo que me entusiasmó la idea de asistir a éste que organizó la Fundación Juan March, durante tres sábados consecutivos, en su sede de la Calle Castelló 77, en Madrid.
El primero de ellos tuvo como protagonista a la “ESCOLANIA NUESTRA SEÑORA DEL RECUERDO”, dirigida por David González Tejero.
Esta famosísima y laureada agrupación coral infantil fundada por don César Sánchez en el colegio de los padres jesuitas en el año 1961, realizó un programa monográfico con obras de dos conocidos autores españoles: las “Seis canciones infantiles” y “Así cantan los chicos” de Jesús Guridi (1886-1961) y la “Colección de canciones infantiles” de Antón García Abril (1933).
Mediodía de un sábado desapacible y gélido en Madrid. Llegué con más de una hora de antelación suponiendo que la prestigiosa sala de Conciertos de la Calle Castelló, estaría “a tope”. Y no me equivoqué pues ya quedaban pocos asientos. Muchos abrigos de visón y pieles valiosas en las señoras y un discreto aroma a lavanda inglesa en los señores. En un ambiente de fiesta familiar los teléfonos móviles advertían a los más jóvenes que llegaban a último momento que sus asientos habían sido reservados por las abuelas más previsoras. Muchos niños entretenidos por la conversación de sus padres totalmente entregados a la tarea de distraerlos hasta el comienzo del concierto. Todo hacía prever una fiesta de la música coral por la fama de los intérpretes, el bonito programa y el ambiente de expectación del público asistente.
Pero fue todo lo contrario. Y con sinceridad lamento tener que hacer un comentario tan negativo sobre este concierto. Y me siento en la impulsado a hacerlo ya que por desgracia casi nunca tenemos oportunidad de leer opiniones al respecto. Y creo que alguien debe hacerlo.
La Escolanía Nuestra Señora del Recuerdo, compuesta por más de sesenta cantores (casi todas niñas, como ocurre en la mayoría de las agrupaciones infantiles), nos mostró un compendio de casi todos los defectos que un Coro de Niños puede tener:
Desde los aspectos técnicos como la afinación (es sorprendente que un gran porcentaje de los niños cantaran todo el tiempo un cuarto y hasta medio tono debajo de la afinación, en obras al “unísono” y con acompañamiento de piano, por cierto, muy bien interpretado por Carolina Etreros de la Morena) hasta los estrictamente musicales como la inexistente expresión y dinámica de las interpretaciones.
Los trozos más delicados y técnicamente más comprometidos de las obras, que fueron interpretados por solistas, excepto alguna honrosa excepción, dejaron también al descubierto en éstos los mismos problemas que en el resto del coro.
Y lo más descorazonador era ver a ese magnífico grupo de niños que no transmitían corporalmente lo que estaban cantando. Esas caritas inexpresivas que en ningún momento reflejaban lo que estaban cantando. Un ejemplo muy elocuente: El final de “Así cantan los chicos”, la bella obra de Jesús Guridi dice:
“A correr, a cantar, a reír, a jugar…
Salid. Ya está. Giremos en el corro, saltar y más saltar;
Estrépito y jaleo gritar y alborotar.
A correr, a cantar, a reír, a jugar”.
Como es lógico, todos estábamos esperando que acompañaran con sonrisas al menos este trozo tan explícito de la poesía. Nada. Sus caritas tenían la misma expresión de cuando cantaban hace un momento el fatídico texto:
“Ya le llevan a enterrar,
Ya sus ojos se cerraron a la luz.
Va por allá abajo en su cajita blanca…”
Personalmente no estoy de acuerdo con las “puestas en escena” y los movimientos escenográficos que actualmente están tan de moda en los conciertos corales. A no ser que la música haya sido concebida para este fin o se justifiquen dentro de un espectáculo audiovisual. En todo caso deben ser siempre discretos y no aparecer como ajenos o extraños a la propia interpretación vocal. Porque por desgracia, muchos coros infantiles enmascaran con una buena puesta en escena, las más elementales faltas de criterio en una correcta interpretación musical.
Pero otra cosa es “no expresar” lo que se está cantando. “SE CANTA CON TODO EL CUERPO” es una de las primeras lecciones que los maestros debieran inculcar en los niños.
Hay varios buenos ejemplos al respecto en los coros actuales. Quizá el más notorio dentro del mundo coral español sean los coros de Basilio Astulez, el gran maestro de Leioa que ha creado una escuela en este sentido y de quien tanto debieran aprender algunos directores corales.
En el segundo Concierto tuvimos oportunidad de presenciar la actuación de la “ESCOLANÍA SAGRADO CORAZÓN” de Rosales.
Este grupo, bastante inferior en número a la escolanía anterior (aunque me parece muy meritorio destacar el porcentaje alto de varones entre sus integrantes, varios de ellos en papeles de solistas) realizó un programa variado en su temática que comprendió cinco Corales de JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750), cuatro obras de GABRIEL FAURÉ (1845-1924) y una selección del famosísimo “West Side Story” de LEONARD BERSTEIN (1918-1990).
El programa, parecía tener bastante atractivo por la calidad de los compositores y la diversidad de los temas, que tal como aparece en los comentarios, abarca la música para la iglesia, para la sala de conciertos y para el espectáculo musical. El problema es que, excepto en los Corales de Bach, (traducidos aquí al ingles..! y que en esta versión apenas muestran el magnífico trabajo coral del genial compositor barroco), las otras obras no son propiamente corales. Como en el programa anterior, otra vez la mayoría de las obras fueron cantadas al unísono, y con excesivo protagonismo en los solistas por lo que no tuvimos oportunidad de apreciar un trabajo realmente interesante en lo que concierne fundamentalmente al “grupo coral” al que están destinadas las exquisitas y abundantes obras del repertorio polifónico a “capella”.
La Escolanía Sagrado Corazón de Rosales, a diferencia del grupo anterior, sonó perfectamente afinada, y esto al menos es de agradecer, aunque también sus interpretaciones estuvieron carentes de expresividad y vida. La directora, (¿es necesario dedicarse todo el tiempo sólo a marcar el compás?…) puso en evidencia durante sus ausencias al frente del coro en varios momentos del concierto, de que no les hacía falta su presencia…Las obras mal escogidas y claramente superiores al nivel técnico y al trabajo interpretativo, tuvieron su peor momento en el West Side Story donde el coro evidenció todo tipo de problemas (especialmente rítmicos) que no estaban ni entendidos ni resueltos por los niños, (ni probablemente por la propia directora…!)
Por cierto, un detalle que me llamó la atención: acompañaban al programa de los dos conciertos los textos de las obras que se interpretaban, tanto si éstas eran cantadas en castellano (como en el primer concierto) como en inglés y francés en el segundo. No sé qué finalidad cumple el tener el texto en castellano de una obra que estamos oyéndola en castellano…(¿no se pondrá aquí en evidencia de que quizá la falta de trabajo técnico en la articulación y dicción de los niños nos dificulta entender lo que están “diciendo”…?) Y los textos en otros idiomas que no están traducidos al nuestro…para qué nos sirven?
No podré asistir al tercer y último concierto del Ciclo. Y bien que lo siento, porque me hubiese gustado terminar esta crónica con un comentario positivo acerca del Ciclo. Espero que la ESCOLANÍA DE LA SANTA CRUZ DEL VALLE DE LOS CAIDOS (que hará un programa de canto llano y polifonía) tenga la oportunidad de demostrar, como yo lo creo, que el Coro que canta bien la música antigua, todo lo cantará bien, porque esa es un verdadera ESCUELA DE CANTO CORAL.
Reflexiones finales:
Es evidente de que el movimiento coral en España (y en muchos otros países) en general tiende a decrecer debido a múltiples circunstancias que está relacionada con distintos factores: crecimiento desmesurado de los núcleos urbanos, abandono de la tradición de cantar desde niños en los colegios, parroquias, etc., escasez de tiempo, etc.
Y estamos muy preocupados por eso.
En el mundo infantil se agudiza aún más esta crisis debido a la carencia de enseñanzas relacionadas con las disciplinas artísticas y las múltiples actividades a las que se ven abocados los niños, acosados todo el tiempo por el poder de los múltiples artefactos electrónicos.
No obstante, especialmente en estos últimos años, se observan notables ejemplos para romper con esta tendencia e incentivar el florecimiento y fortalecimiento del movimiento coral en sus dos dimensiones: más y mejores coros. Y esto se debe, más que a la iniciativa de las instituciones políticas y culturales (que son las que debieran encargarse de ello) al entusiasmo y generosidad de personas que aman la música y el canto coral en especial y que ven en este campo un espacio de desarrollo humano, de convivencia y respeto, de responsabilidad y elevación del espíritu.
Mi Maestro, César Ferreyra, decía que “DONDE HAY UN BUEN MÚSICO, HABRÁ UN BUEN CORO”, no es una cuestión de proporcionalidad. No es cierto que los mejores coros están en las grandes ciudades. He oído excelentes coros en pueblos de tres mil habitantes. Pero al frente de ellos había un (o una) gran músico, con sensibilidad, conocimientos y recursos espirituales, intelectuales y físicos para llevar adelante ese proyecto.
Asistimos en estos momentos a una verdadera primavera del mundo coral: existe una oferta cada vez más abundante y variada de Cursos y Talleres de Dirección, de Canto Coral, acceso a través de editoriales especializadas, archivos, Internet, etc. de un amplísimo repertorio, Concursos de Composición, Certámenes de Interpretación Coral, etc.
Estar al frente de un coro, especialmente si es de niños y niñas, es una responsabilidad muy grande ya que esa será la semilla de quien dependerán la calidad de las cosechas futuras.
Me viene a la memoria unas consideraciones de mi querido amigo, el gran Maestro ELECTO SILVA, Compositor, Director y padre del movimiento coral de Cuba.
“Debemos encontrar certeras respuestas a muchas preguntas:
¿Puede haber un Coro de niñas y niños en todas partes? ¿Es fácil hacerlo? ¿Cómo deben sonar los coros de niños? ¿Porqué algunos niños y niñas SOLISTAS tienen que esforzarse más allá de sus posibilidades? ¿Cuál es la voz del niño y la niña en definitiva? ¿Qué canciones deben cantar los niños y las niñas? ¿Porqué no se oyen las canciones de antes, las del patrimonio musical infantil? ¿Quiénes están dirigiendo los coros de niños? ¿Están todos preparados para hacerlo? ¿Se pueden usar atajos para resolver estas cuestiones?
Según Kodaly, en un coro de niñas y niños “todo depende del guía” y aún fue más contundente Heitor Villa-Lobos al afirmar que “no hay coros malos sino malos directores de coro”.
No se trata de alcanzar metas, a veces espectaculares, una tras otra, sino de formar una nueva sensibilidad, de desarrollar una apreciación más variada y profunda de la cultura que contribuya a una felicidad personal y colectiva. Es un proyecto no solo de la mente, una filosofía, sino también del corazón. Se podría definir su espíritu con el texto de esta canción: “Un jardinero de amor siembra una flor y se va. Viene otro y la cultiva…”