Cantate Mundi: Proyecto Didáctico Réquiem de Duruflé por Elena González
Cuando en el mes de agosto de este año surgió la idea que luego llevaríamos a cabo, teníamos claro lo que queríamos, pero también lo que no queríamos. ¿Crear un coro nuevo? Podría ser, pero tampoco esa idea nos convencía, así que de pronto surgió la palabra PROYECTO y desde ella todo empezó a cobrar sentido. Eso era: trabajaríamos por proyectos.
Diseñamos entonces un proyecto concreto, un curso de cinco meses de duración para preparar, aprender e interpretar el Requiem de Duruflé. Contactamos con unos cuantos cantores de confianza, amigos que sabíamos encajarían en este proyecto piloto y les explicamos en qué consistía. Contábamos con su calidad vocal y sobre todo humana, su compromiso de trabajo, tanto en equipo como individualmente y sus ganas de encajar “armónicamente” en esta aventura para ver si la idea podía ser válida en un futuro y abrirse más adelante a otras personas. La obra estaba clara, el grupo humano también y el director de este primer proyecto no podía ser otro que Bart Vandewege, director musical de nuestra asociación. (www.bartvandewege.com)
Cantate Mundi surge va a hacer ahora cuatro años. Desde ese modesto sueño de tres personas han pasado muchas cosas, entre ellas siete talleres corales impartidos por directores y compositores de primer nivel, un taller de posturología para cantantes, un curso de una semana de duración sobre interpretación coral y un par de cientos de personas que han dado a nuestra asociación la riqueza de emociones, imágenes y sensaciones que es nuestro principal patrimonio. Amigos que repiten experiencia con nosotros porque nos gusta hacer cosas diferentes, especiales, porque nos gusta hacer música pero poniendo el máximo cuidado en cada detalle, en todos los detalles. Ese es nuestro lema siempre.
Llegó el mes de octubre y comenzamos a rodar. Cinco meses, pero en realidad cinco días, puesto que en este proyecto hemos trabajado en cinco encuentros intensivos: un sábado al mes. Muchas horas de ensayo en un día y poco tiempo de ensayo en conjunto, pero así es como queríamos hacerlo. Una obra muy interesante, exigente (y si no, sólo hay que acudir a nuestro concierto y confirmarlo) tanto en la parte coral como en la parte de órgano, donde queda patente que no es una obra que cualquier organista pueda interpretar.
Por eso acudimos a Miguel Bernal Ripoll, quien decidió unirse a nuestro proyecto y con su maestría incuestionable nos ha regalado momentos sublimes de música en los que puede sentirse el virtuosismo del compositor y de quien es capaz de interpretarle fielmente. (www.miguelbernalripoll.com)
La obra nos fue atrapando poco a poco, como atrapa a todo aquel que la escucha. Un Requiem lleno de paz y con la mirada puesta en el canto llano, con el que Duruflé está permanentemente coqueteando, si se nos permite la expresión, y en el que combina las armonías del momento, los nuevos aires propios de una obra publicada en 1947, con la más clásica tradición del gregoriano, que aparece en todos y cada uno de los números de esta obra, bien insinuándose ligeramente, bien manifestándose con todo su esplendor.
En ese mismo año 1947 de publicación de la obra, la joven concertista de órgano Marie-Madeleine Chevalier, es nombrada asistente del maestro en la iglesia parisina de Saint-Étienne-du-Mont para ayudarle en sus múltiples tareas musicales. Seis años más tarde ambos contrajeron matrimonio, estaban hechos el uno para el otro, pese a su notable diferencia de edad (casi 20 años). Su historia se tejió paralelamente a la del Requiem op. 9, una obra que llevaron por medio mundo, ella en su interpretación al órgano y él en la dirección de coros y orquestas.
Maurice Duruflé es prácticamente un contemporáneo nuestro, un hombre de nuestro tiempo, puesto que falleció en 1986, hace muy poco. La modernidad de sus armonías es un síntoma de un tiempo del que Duruflé no pudo ni quiso abstraerse. Es una obra para disfrutarla, para recrearse en ella, para dejarse empapar, cerrar los ojos y simplemente sentir.
En estos cinco meses de trabajo y de convivencia, nosotros nos hemos empapado de ella y de su calidez, una calidez que ha llenado nuestros ensayos, que nos ha invitado a conocernos un poco más, a compartir tiempo juntos, comidas, cafés, viajes, además de música.
Algunas personas nos han preguntado si habíamos creado un nuevo coro. Desde el primer momento quisimos evitar esa palabra, porque nuestra concepción de trabajo difiere un poco de lo que un coro tradicional haría. Somos un grupo que se ha reunido en esta ocasión pero que en el futuro puede variar, puede ampliarse, reducirse o modificarse, según repertorio o el proyecto concreto en el que estemos trabajando. En este momento tenemos ya planteados varios proyectos.
El primero de ellos nos llevará en junio al estreno en Madrid de la Missa Ioannes Paulus II, del compositor Josu Elberdin Badiola (junto a otras obras de este compositor). Terminamos temporada con un taller abierto de música cubana, para cerrar a buen ritmo, impartido por nuestro compañero Lázaro Pablo Cabrera, director y cantante cubano que nos hará pasar un tiempo diferente, broche festivo y rítmico de unos meses llenos de actividad. A la vuelta del verano, trabajaremos con el maestro Miguel Angel García Cañamero, con la misma filosofía del proyecto de Duruflé, durante un ensayo al mes desde septiembre hasta febrero, haciendo coincidir este mes de febrero con un seminario abierto, al estilo de nuestros cursos tradicionales, impartido por el propio Cañamero.
Al margen de estos proyectos, nuestra asociación tiene otros objetivos en los que también estamos trabajando: organización de conciertos, intercambios corales, etc., con lo que creemos cubrir un amplio abanico de actividades y en los que queremos dar cabida a todas las personas que, como nosotros, aman la música coral. De manera inmediata, estamos trabajando en la organización de un concierto en Madrid, el día 1 de abril, del gran coro extremeño Arte Vocal, que visitará nuestra ciudad y nos regalará un tiempo de excelente repertorio sacro.
En este momento, nuestra cita más inmediata es en la Iglesia San Manuel y San Benito, el próximo sábado 11 de febrero, donde veremos materializarse el sueño que hasta aquí nos ha llevado, donde podremos colocar la guinda al pastel que estos meses hemos estado elaborando juntos, cantores, organista y director, a la espera de encontrar este momento de ofrecer nuestro trabajo a todas las personas que quieran acompañarnos en un importante momento para todos nosotros. Será un día grande que esperamos compartir.
Para ampliar información y estar al tanto de todos nuestros proyectos, disponemos de varios canales, bien a través de nuestra página web, www.cantatemundi.com o bien en redes sociales, Facebook, Twitter o Instagram.