Monteverdi Boreal, por Nacho Rodríguez
Nos llena de orgullo y satisfacción que uno de nuestros grandes músicos y buenos amigos sea reconocido internacionalmente, y nos parece un lujo vivir con él la experiencia. ¡Enhorabuena, admirado Nacho, y muchísmas gracias!
Nuestra incansable amiga Paloma me invitaba cuando comenzó esta aventura a escribir alguna crónica al respecto. Vamos intentarlo
Monteverdi Boreal, por Nacho Rodríguez
Ingredientes:
Una de las piezas más fascinantes de la historia de la Música: Vespro della Beata Vergine, de Monteverdi. Una de mis obsesiones, que me lleva acompañando años, y a la que me había acercado desde diferentes puntos de vista: cantante, organista, estudioso. Sólo me faltaba uno: director.
Uno de los coros más excelentes que he tenido ocasión de escuchar, los noruegos Vokal Nord. Deliciosa fusión de limpieza de sonido, ductilidad musical, entrega en el trabajo y capacidad expresiva.
Un puñado de instrumentistas y cantantes especializados en renacimiento y primer barroco de lo mejorcito que se puede encontrar en España, y sin ningún complejo ante equivalentes europeos, Los Afectos Diversos, mi más reciente proyecto. Grupo donde, además de la excelencia musical, el factor humano es una de sus claves de éxito: capaces de mantener la energía. la ilusión y la camaradería a pesar de estar inmersos plenamente en la vorágine del mundo profesional.
Uno de los lugares más mágicos y sorprendentes del planeta: Tromsø, el que es apodado como el París del Norte, un milagro de la corriente del golfo, que caldea su clima y hace sorprendentemente vivible una de las zonas más al norte del planeta, una pequeña isla en medio de un fiordo, a tan sólo 2000 km del polo norte. Y otra de mis obsesiones, una hasta ahora no cumplida: Noruega, y cuanto más septentrional mejor.
Únanse todos los ingredientes, y alíñense con una buena dosis de nieve, unas cuantas auroras boreales, ausencia total del sol las 24 horas del día o noche perfectamente iluminada unos meses antes en mi primer contacto con ellos, algunos retrasos de vuelos (y momentos de histeria con el tema de los controladores dos días antes), una catedral enteramente de madera, 4 días del más excitante de los trabajos de ensayo, y un curioso e interesante mestizaje entre culturas de los dos extremos más alejados de Europa.
Resultado: uno de los momentos más inolvidables de mi vida.
Nothern Exposure
No podía evitar un guiño a mi serie favorita, en su traducción al español Doctor en Alaska, en la que Joel Fleishman vivía la experiencia de enfrentarse a la naturaleza en el Gran Norte. Aunque a decir verdad, Tromsø, para quien tenga curiosidad por estas cosas, queda bastante más al norte de lo que allí sitúan la imaginaria Cicely, y es una ciudad bastante más importante que aquel pequeño poblado: unos 60.000 habitantes, con universidad, conservatorio superior, y un vida cultural que envidiarían muchas ciudades bastante mayores que ella en España. Muy por encima del círculo polar ártico, a la misma altura que la costa norte de Alaska y mucho más arriba que la zona más nórdica de Islandia, sus sorprendentes condiciones meteorológicas (no bajamos de -6º centígrados, mientras en Oslo, 1500 km más al sur estaban por debajo de -20º) la hacen ideal para disfrutar de algunos de los fenómenos más impresionantes de la naturaleza, sólo apreciables en esas latitudes: las imprevisibles auroras boreales, para lo cual se desplazan hasta allí cada año multitud de curiosos dispuestos a probar suerte. Pero también el sol de medianoche, presente durante más de dos meses en verano, y la noche ártica, sin vista del sol en otros dos meses y medio, aunque con bastante más luz (una luz tremendamente especial, además) de la que cualquiera imaginaría, durante unas pocas horas de la mañana. Y en el largo invierno, nieve, toneladas de nieve en polvo de la mejor calidad. Un lugar verdaderamente fascinante, marcado por la naturaleza y sus ciclos contrastantes con una intensidad como pocos otros, y contrastante ella misma, con su mezcla entre capital con importante vida y movimiento y pequeña población en contacto permanente con la naturaleza.
Cuando hace aproximadamente un año, tras el encuentro entre Ragnar Rasmussen y yo en el jurado del II Concurso Nacional de Coros de Colombia, Vokal Nord decidió proponerme hacerme cargo de su producción principal para 2010, y comenzamos a barajar posibles programas para la ocasión, sugerí entre otras posibilidades más contenidas algo que de momento creí poco más que una locura, debido a sus proporciones y al enorme costo que supondría: la celebración de los 400 años de la publicación de las Vísperas de Monteverdi de 1610, una de las obras cumbre de la historia de la música occidental, combinando para ello su fantástico grupo con mi conjunto de instrumentos originales y cantantes especializados Los Afectos Diversos. Ni que decir tiene que, como para cualquier amante de la música, la oferta era tentadora. De hecho, en alguna ocasión anterior ellos se habían planteado la pieza, sin haberse decidido al fin por ella. Para mi sorpresa (y placer), se lanzaron a por ese proyecto, y comenzamos a hacer números para comprobar su viabilidad. Y resultó factible. Y qué mejor momento para realizar dicho proyecto que próximos al 8 de diciembre, una de las festividades principales del calendario litúrgico para las que dichas vísperas fueron publicadas. Así pues, el 11 de diciembre se convirtió en la fecha escogida.
Ajustes de plantillas disponibles, innumerables horas de estudio, revisión de originales, relectura de estudios sobre la pieza, presupuestos de vuelos, hoteles, impuestos, mails sin fin intercambiados… hasta que llegó el primer contacto, allá por mediados de agosto.
Tras unas cuantas horas de vuelo, cambié los 40º de Madrid por los 13º del verano de Tromsø. La luz en esas latitudes en verano tiene un calidad especial, favorecida probablemente por la pureza del aire, y eso que el sol de medianoche ya había desaparecido más de dos semanas antes, aunque durante la corta noche, la oscuridad total no existía, y los cielos tomaban un aspecto azulado verdaderamente sobrecogedor. Pero algo diferente a la indudable belleza del lugar marcó esos días. Tres sesiones de trabajo, largas e intensas, con Vokal Nord, con un primer contacto con Monteverdi.
Por un problema de editorial, sus partituras llegaron a la vez que yo, con lo cual ese encuentro consistió principalmente en descubrirles la pieza, en desentrañar cuánta música se esconde tras esas notas, y en dar unas pautas básicas de estilo, dado que nunca habían abordado una pieza de este período. El trabajo fue una verdadera delicia. Sonido limpio y verdaderamente empastado. Afinación sencillamente impecable, fruto de un cuidadoso trabajo de escucha interna. Pero, ante todo, una concentración, autoexigencia, atención y disciplina de trabajo que son el verdadero secreto de su resultado. Toda una lección.
Poco más de tres meses después, volvíamos a encontrarnos allí, pero en esta ocasión en un paisaje radicalmente distinto: primeros días sin sol sobre el horizonte, entre -3º y -6º, nieve a raudales cubriéndolo todo (las primeras de la temporada, algo adelantadas sobre lo habitual) amplificando la débil luz azulada del mediodía… y gracias al cielo despejado, unas maravillosas auroras boreales que decidieron acompañarnos la noche del sábado. Indescriptible.
Como cabía esperar, Vokal Nord había hecho lo deberes. Todo lo trabajado seguía allí, ahora perfectamente asentado y asimilado. Con lo cual el fin de semana permitió llegar a niveles de acabado y detalle como pocas veces se ha hecho en una obra tan monumental. Cada frase, cada figura retórica, cada intención musical, estaba perfectamente definida. Como esta música es.
Tan sólo una semana después, tras los días de incertidumbre por el cierre del espacio aéreo, y diversos cambios de itinerario y retrasos de vuelos, volvíamos a desembarcar allí, esta vez no sólo mi mujer (nuestra excelente organista) y yo, sino los 16 instrumentistas y los 6 solistas que formaban Los Afectos Diversos para la ocasión. Tres intensos, largos y emocionantes días de ensayos, en los que Monteverdi iba tomando forma ante nuestros ojos, mientras el manto de nieve, que había desaparecido previamente, volvía a formarse a una velocidad impresionante hora tras hora. Una bonita simbiosis entre dos mundos aparentemente muy alejados, en ambos extremos de Europa, que sin embargo lograron entenderse con facilidad rápidamente.
Y llegó el sábado 11. La catedral protestante de Tromsø, una iglesia entera de madera, realmente bonita. Últimas pruebas de sonido y afinaciones. 600 personas de público, atento, silencioso y expectante. La famosa intonación del invitatorium, “Deus, in ajutorium meum intende”. Y el fabordón combinado con la fanfarria del Orfeo. La magia había comenzado a producirse.
Nacho Rodríguez
Nace en Gijón, donde comienza sus estudios musicales en la especialidad de piano. Posteriormente se traslada a Salamanca, en cuyo Conservatorio Superior realiza estudios de Órgano, Canto y Clave. En la actualidad está en posesión del Título Superior de Canto y de los profesionales de Solfeo y teoría de la música, Clave y Órgano (con Premio Extraordinario).
Complementa sus estudios académicos con la asistencia regular a cursos especializados con prestigiosos profesores: dirección coral con Martin Schmidt, Celso Antunes, Vasco Negreiros, Peter Erdei, Johan Duijck, Pep Vila; dirección orquestal con Robert Houlihan, Tim Lolle; canto con Jill Feldman, Maria Cristina Kiehr, Carlos Mena, Marta Almajano, Richard Levitt, David Mason, José Hernández Pastor; órgano con Guy Bovet, Montserrat Torrent, Michael Radulescu; clave con Gustav Leonhardt, Ilton Wjuniski, Jacques Ogg, Jan Willem Jansen.
Su gran interés por la música coral le lleva a participar desde joven en numerosos conjuntos, y a comenzar pronto con su formación como director, obteniendo la oposición para la plaza de Coro en el Conservatorio Profesional “José Castro Ovejero” de León en 1998. Entre 2002 y 2004 dirige el Coro de Profesores y Estudiantes de la Comunidad de Madrid. Desde 2004 es también profesor de Lenguaje Musical por oposición en el conservatorio Amaniel de la comunidad de Madrid. Actualmente ocupa la Cátedra de coro de la Escuela Superior de Canto de Madrid.
Realiza también una frecuente labor como director invitado con diferentes agrupaciones corales y de música antigua: Capilla Nivariense, La Stigia, Coro de Cámara Reyes Bartlett, Ministriles Hispalensis, o la Orquesta Barroca de Canarias, así como el coro noruego Vokal Nord.
En 2000 funda su proyecto más personal, el conjunto vocal Mater Saule, coro de cámara formado por cantantes seleccionados de toda la geografía española, y con el que ha obtenido numerosos premios y ofrecido diversos recitales en toda España. Desde mayo de 2008 asume la dirección del Coro de la Universidad Complutense de Madrid, y desde 2009 del coro FECOREM, de la Federación Coral de la Región de Murcia.
En 2009 nace de su mano La Nueva Arcadia, conjunto especializado en la interpretación de música del barroco tardío y clasicismo, y en 2010, Los Afectos Diversos, dedicado a la polifonía del XVI y el primer barroco, con el que debuta en una exitosa producción de las Vísperas de Monteverdi, dentro del año de su cuarto centenario, en Noruega.
Así mismo ha realizado conciertos con numerosos conjuntos por toda España y parte de Europa, en calidad de cantante o instrumentista, destacando sus colaboraciones con conjuntos como La Grande Chapelle, A sei voci o La Capilla Real de Madrid.
Igualmente ha realizado numerosos recitales en calidad de organista en numerosos instrumentos históricos de toda España, participando en los ciclos organizados por la junta de Castilla León en los órganos de la parte castellano-leonesa del Camino de Santiago en los últimos años. También ha sido organista en el instrumento histórico situado en el Museo Arqueológico Nacional.