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… Bien vale una misa, por J. Ángel Treviño

Publicado por el 04 May 2011 Sin Comentarios

… Bien vale una misa, por J. Ángel Treviño

En la Coral del Conservatorio de Tomelloso acabamos de realizar la primera parte de uno de nuestros proyectos más ambiciosos. Y la importancia no se le ha dado el marco, París, el decorado, la Basílica de Sainte Clotilde, o la envergadura de la organización y logística que conlleva, todos ellos datos importantes pero complementarios al fin y al cabo, pues la buena música es lo que le da sentido a todo, lo que a la postre nos realiza y satisface.

Nuestra expedición partió el jueves 21 de abril desde Tomelloso y cuando por la noche ya estábamos acomodados, fuimos a devorar la hermosa ciudad durante la noche y todo el siguiente día. No voy a entrar en detalles, pues cada cual hicimos nuestros propios planes y desgranar las maravillas parisinas se me antoja inabarcable.

El sábado llegaba nuestro primer compromiso. Calentamiento dirigido por nuestra directora, Marieli, en compañía de varios cantantes de corales parisinas que luego nos acompañarían en un momento del concierto. Después a una capilla cercana a la primera toma de contacto con orquesta y director mientras Marieli trabajaba el repertorio común con los franceses. La coqueta capilla permitió un excelente trabajo. El director quería una colocación distinta a la que nosotros solemos usar, pero nos habituamos enseguida a nuestra nueva distribución y acústica. Mención especial merece el director Alejandro Sandler, joven y profesionalísimo, a medida de L’ Orchestre de Lutétia, además de atento y simpático. Fue clarísimo con en su labor y conseguimos unificar criterios con gran rapidez. Nos enorgullecieron las efusivas felicitaciones de los compañeros instrumentistas,  sorprendidos gratamente del trabajo realizado.

La mala noticia fue que una de nuestras compañeras, Mari, sufrió una indisposición durante el ensayo. Tras la debida atención médica le detectaron un problema cardiaco y tuvo que ser ingresada. La buena noticia es que tras ser intervenida se va a recuperar pronto, bien y sin secuelas de una afección que desconocía que padeciera. Fue una pena que le pasase, que se perdiese la experiencia musical y una parte de la humana, pero una suerte si eso ha servido para solucionar y atajar pronto y definitivamente su problema.

Y bueno, desde ahí, sólo quedaba una prueba de sonido y concierto al siguiente día. Sainte-Clotilde es una iglesia que puede pasar desapercibida si no vas ex profeso a buscarla, pero es una de tantas joyas que atesora París y donde, por cierto, fue organista César Franck. No sabemos cómo ni porqué, pues hasta el director estaba sorprendido, pero la iglesia se llenó hasta arriba de público, lo que nos llenó a nosotros de responsabilidad, ganas de hacer lo mejor posible y cierto orgullo, claro. Según los organizadores había más de 800 personas esperando escucharnos.

El concierto lo empezamos a capela, explicando quienes somos a través de música sacra de compositores hispanos, pero tampoco nos podíamos extender como nos hubiese gustado. Así que empezamos por el principio, explicando de donde veníamos con el “Niño Dios d’amor herido” de F. Guerrero para después dar un grandísimo salto hasta lo que somos y lo que hacemos actualmente, resumido en el “Aetas Carmen Melodiae” de A. Alcaraz, el “Ave María” de J. Busto y el “Salve Regina” de C. A. Carrillo.

El repertorio caló y gustó, y fueron bastantes los que tras el concierto vinieron a pedir referencias sobre las obras y compositores y es que la música que han creado estos genios, no dejan indiferente, con sus notas es fácil gustar y eso que sólo son un muy escueto resumen de los que nos gustaría hacer oír a quienes nos escuche. Cerrada esa primera selección, vinieron a compartir escenario y pentagramas algunos cantantes de los coros parisinos “Stratus” de Sceaux, “Le rebais Chantant” de Cely en Bierre y “Chanson du monde” de Vercingétorix, junto a los que interpretamos con el organista Olivier Penin, el “Panis Angelicus” del mencionado C. Frank y ya acompañados de las cuerdas de Lutetia entramos en el estilo mozartiano con el “Ave Verum Corpus” con el que finalizó esta primera parte de nuestro concierto.

Mención aparte merece Alicia Hervás, soprano de nuestro coro que interpretó la parte solista del “Panis Angelicus” con tal brillantez y calidad, que no fui capaz de contener la emoción. Tiene una voz bellísima, la sabe usar cada vez mejor y fue capaz de sobreponerse a la tensión que un momento así puede provocar. Un momento inolvidable y lleno de emoción y magia, o sea, lleno de MÚSICA y BELLEZA.

Y continuamos nosotros y la orquesta con la segunda parte y plato fuerte, la partitura que Mozart no pudo finalizar. Esta misa que ya hemos interpretado en otras ocasiones y que venimos trabajando en nuestras últimas actuaciones con diferentes tempos, dinámicas y estilos, está tan asimilada y ligada a nuestro coro, que la partitura impresa es cada vez más es un mero complemento. Con toda la atención, emoción y energía posible, realizamos una de las interpretaciones de las que mejor recuerdo tenemos. Cuesta mucho definirlo con palabras, más aún estando dentro y siendo parte, no es fácil. Teníamos un director que conocíamos de un solo ensayo, una acústica muy buena pero muy particular, una colocación distinta y nueva, muchas emociones a cuestas y supimos bregar con todo eso para sacar el lado positivo que todo tiene y conseguir llegar a un público que nos correspondió con calurosos aplausos, que compensaron mucho trabajo, tiempo y dedicación.

Tras el concierto salimos a hacernos fotos de grupo a la puerta de la iglesia y dado que teníamos la colocación, las ganas y parte del público que todavía permanecía por los aledaños, ofrecimos dos bises improvisados. Primero cantamos una de las habaneras más bonitas jamás compuestas, el “A tu lado” de J. Busto, a la que le siguió una armonización para coro mixto de los versos de Machado musicados en el “Cantares” de J. M. Serrat.

El fin de fiesta nos lo amargaron unos amigos de lo ajeno que lograron colarse en la sala donde guardamos nuestros bolsos, ropas y demás. Dentro de lo malo, sólo se llevaron sólo dinero en efectivo, pero en cierta manera también se llevaron una parte del tan buen sabor de boca que llevábamos.

En fin, grandísima experiencia que la música y el trabajo duro y constante nos ha permitido vivir. Cuando las cosas salen y salen bien, todo esfuerzo tiene su recompensa.

J. Ángel Treviño


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