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Diario de una Pasión. Epílogo, por Elena González

Publicado por el 25 February 2013 Sin Comentarios

Es raro empezar por el epílogo, ¿verdad? Cuando hace unos meses la Fundación Excelentia organizó este curso sobre la ‘Pasión según san Juan’, de Bach, dirigido por Bart Vandewege, decidí que escribiría mis impresiones sobre cada ensayo, a modo de diario. El curso ha llegado a su fin, y con él terminan estos textos. Empiezo por el final, que fue el concierto, por ser lo más reciente, y retomo lo más destacado de anteriores escritos a continuación, para dar idea de cómo se ha ido construyendo todo. Es el fin del diario, pero no termina con él mi pasión por Bach. Hay cosas que nunca cambian. Entre medias, incluyo unos cuantos comentarios del propio Bart acerca del curso y del concierto, algo que me ha parecido fundamental tener y compartir.

21 febrero 2013.-

Es ist vollbracht! Es el fin. Todo se acaba, y ahora llega el turno de poner fin a este curso, a la experiencia de preparar y estudiar la ‘Pasión según san Juan’. El concierto fue el epílogo, cargado de momentos especiales.

La traducción al inglés de los textos que figura en la partitura me estorbaba un poco  en el trabajo diario, pero ayer la agradecí enormemente. Gracias a ella, disfruté lo indecible de cada aria, cada recitativo, de cada pequeña o gran intervención. Cuando texto y música caminan de la mano, y en el caso de Bach eso es evidente, se multiplican las sensaciones, se disparan.

Estuve tranquila, confiada, con seguridad frente a la música y rodeada de otras voces. Cuando uno canta a coro, muchas veces se produce la sensación de sentirse arropado, y arroparse es, por definición, cobijarse, esconderse tras las mantas, las cobijas. Todo lo contrario de este concierto, todas las voces mezcladas. “Desarropados” por completo, desnudas las voces,  libres de ataduras, lejos del refugio en el grupo. Solos y únicos, cada cual defendiendo lo que es suyo. Y disfrutando de la mezcla de voces. Ha sido una experiencia maravillosa que me encantaría repetir. Una apuesta arriesgada por parte de Bart, pero plenamente satisfactoria, y muy emotiva,  al menos por lo que a mí respecta.

Unos solistas de quitarse el sombrero, todos y cada uno de ellos, contribuyeron también a una jornada de celebración y de disfrute musical. Destaco, inevitablemente, al evangelista: José Pizarro. Un papelón y una interpretación absolutamente magistral, que sobrepasó con diferencia a la del ensayo general del día anterior, más contenida. Pero fue la soprano, Gerlinde Sämann,  quien encandiló a todos: al público y a los que estábamos al otro lado.

Quien no se hubiera dado cuenta de su ceguera, pudo comprobarla mientras ella leía su partitura en Braille. Luego cantó todo de memoria y con un gusto y una musicalidad exquisitos. Su voz, tan dulce, me removió por dentro. Y lo hizo especialmente mientras cantaba en su aria “…mein Leben, mein Licht”, (mi vida, mi luz). Escucharla cantar precisamente esas palabras, ver a Bart dirigiendo, pero cuidadosamente pendiente de su cadencia, fue uno de los momentos más bonitos del concierto, de esos en los que notas que, pese al calor, tu piel está erizándose.

Otro de esos momentos fue un silencio. Un silencio también es música. Música y emoción. Decir tanto sin decir nada. Un milagro posible. Tuvo lugar éste en el momento en que el evangelista anuncia la muerte de Jesús: “Und neiget’ das Haupt und verschied” (e inclinando la cabeza, expiró”. Bart quiso apuntar con ese silencio de apenas unos segundos el dramatismo del momento, pero contado con la máxima expresividad y un gran lirismo, lejos de manifestaciones grandiosas. Luego nos diría, con respecto a esto: “hay veces que se va demasiado rápido con todo y uno no se da cuenta de las cosas”.

Independientemente de las creencias de cada uno, lo cierto es que el texto de la Pasión es una historia que conmueve. La música de Bach, además, lo magnifica todo.

Para mi gusto, y creo que fue el comentario generalizado, el coro fue viniéndose arriba a medida que avanzaba la obra. Mayor confianza cada segundo que pasaba. Mayor conciencia de ser portadores de una historia, protagonistas de algún modo de una historia singular, singularmente contada.

El coro profesional hizo una interpretación maravillosa del penúltimo número, seguramente el más bonito, el más emocionante, el más sentido. Es imposible no conmoverse escuchando y sintiendo este coro: “Ruht wohl” (descansa en paz). El descanso eterno. Dolor por la muerte, pero con la certeza de una salvación más allá.  Intimamente expresado, con una delicadeza que sólo el genio de los genios de Bach puede hacer. No pude evitar imaginar el beso de despedida de una madre a su hijo que por fin ha dejado de sufrir.

Bart dirigió con su estilo de siempre, con sus gestos de siempre, claro, pero añadiendo pequeños detalles, una mirada de una forma concreta, una sonrisa, un pequeño toque de su mano en el corazón… ¡con eso nos decía tanto!. Y con su eterna sonrisa y dándonos esa sensación de confianza ciega y absoluta. Es un magnífico director, algo que ya sabíamos, un músico extraordinario. Y es una fantástica persona. Verle recorrer el escenario, moviéndose entre los instrumentos y las sillas, abrazar a todos los protagonistas de la orquesta, a los representantes de los coros, a todos los solistas, ha sido un gran gesto. Desde luego, podemos estar bien orgullosos de haberle tenido al frente de esta Pasión.

Me faltó, en el curso, un rato de conversación con él, una ronda de preguntas que poder hacerle, de escuchar sus opiniones y sus ideas, sus sentimientos, su visión.  Pero finalmente, aquí está esa conversación.

“Este curso me ha resultado muy interesante. Nunca había montado la Pasión de esta manera: con un coro pequeño, profesional, y otro más grande para los corales. Durante los meses que han ido pasando, he ido teniendo la sensación de que nos íbamos acercando a un proyecto que he sentido así y no de otra manera. El concierto también ha sido la confirmación de que tiene sentido montar la Pasión de esta forma. 

También, teniendo en cuenta que los corales de la Pasión fueron pensados por Bach justo para ser cantados con toda la comunidad durante la celebración litúrgica. No tengo la pretensión de hacer una reconstrucción histórica, ni mucho menos, pero es una idea más cercana a la realidad. 

Es más fácil apreciar así las diferencias entre los dos tipos de intervenciones. No sólo me refiero a sonido, a volumen.  No es lo mismo que haya un coro pequeño que mezclar ambos coros. No tiene nada que ver escuchar el último coral cantado por 20 que por 70, es algo mucho más impactante. 

Y lo mismo con lo de cantar todas las voces mezcladas. Al principio no lo tenía pensado así, sino que surgió sobre la marcha, en el ensayo de enero, cuando noté que había que empezar a montar otra vez un trabajo que ya habíamos dejado funcionando. No encontraba la buena onda, digamos: oía voces, sí, pero no el sonido de coro que yo buscaba. No es algo sólo de no profesionales; también pasa en los coros profesionales. Pero hay pocos directores que se atrevan a mezclar las voces, aunque el resultado es evidentemente muy distinto. Para todo el mundo. También para el público. El sonido se mezcla en la sala también. No es lo mismo oír cuatro grupos diferentes que un grupo único mezclado. 

Cantar de este modo te permite escuchar todas las armonías y además para los cantantes también es una experiencia muy emocional.  Uno busca con quién colocarse, junto a quién cantar y eso hace que la emoción del canto se transmita mejor. 

La colocación es muy importante en el escenario. Yo estaba muy cerca de los solistas, sobre todo quería tener un contacto muy cercano con Gerlinde. Eso también fue muy impactante emocionalmente para mí. Fue muy impresionante oírla desde ese sitio mientras cantaba su aria, tenerla al lado, el viento delante y el continuo cerca… Es una sensación muy directa.  Incluso te diría que para mi resultó difícil: había mucha emoción. Pero tienes que mantener la cabeza fría para poder seguir. Había momentos en que no podía pensar demasiado sobre el texto para ser capaz de mantener esa cierta frialdad. 

Los silencios son otra cosa que en la Pasión tienen una gran importancia. Mucha emoción. Tienes que saber utilizarlos porque realmente hay silencios muy impactantes en la obra. 

Teniendo en cuenta las limitaciones, como por ejemplo el hecho de trabajar junto a una orquesta moderna y no una barroca, en general lo que hemos hecho se acerca bastante a la visión que tengo de la obra. Los instrumentos modernos le dan otro enfoque, quizás algo más de trabajo. También es muy distinto trabajar a 4.40 o a 4.15. Esto hace que el color cambie mucho, pero es una opción.  El papel del evangelista a 4,40, por ejemplo, es agotador y no todo el mundo lo acepta. 

Esta es otra de las razones por las que estoy muy contento con el resultado del concierto. Siempre he tenido la sensación de que la composición de Bach es un gran crescendo desde el inicio al final de la obra. En el medio hay momentos de interrogación, silencios, momentos más dramáticos, más íntimos, un poco de todo; pero si uno hace un resumen, la Pasión empieza desde algo muy pequeño y acaba en un clímax total. Creo que eso también lo hemos conseguido. Para ello, tiene mucho que ver cómo se hacen los recitativos y el ambiente que hay, las cosas que pueden encadenarse unas con otras, etc. Si haces pausas tras cada número, puede que no funcione igual, puede romperse la magia. Tuvimos suerte de que en la pausa técnica el público no abandonara la sala, así pudimos evitar empezar de cero.  También me gustó poder mantener en el programa la obra de Kuhnau. 

¿Por qué Bach y por qué la Pasión según san Juan? Porque es una música que me encanta. Llevo muchos años haciéndola y siempre descubro cosas nuevas en esta partitura. La he hecho de muchas maneras: una versión como flautista, hace muchos años, la he cantado no sé con cuántos directores distintos, especialistas en el segundo barroco, muchas versiones, las arias de bajo las he estudiado en el conservatorio cuando estudiaba canto. Llevo unos 30 años cantándola. 

Y mi primera partitura fue la misma con la que vosotros habéis trabajado en el curso. Está que se cae a trozos. Empecé a anotar en ella las fechas y ciudades en los que la iba cantando, pero me quedé sin hueco hace mucho… Luego ya me compré la partitura de orquesta y es con ella con la que he trabajado en este curso, pero la otra sigue siendo muy especial para mí. Es una música tan buena que me encanta hacerla. Me sigue produciendo muchas emociones. 

Hace años, creo que fue en 1999, hicimos una gira con la Pasión según san Mateo. La cantamos en 14 conciertos recorriendo muchas ciudades en dos semanas y media, desde Polonia a Canarias. Recuerdo la sensación tras escuchar la última nota del último concierto: todos nos pusimos a llorar como niños. Todos: orquesta, coro, director… del agotamiento, pero al mismo tiempo de la emoción. Imagínate que el concierto del otro día lo hiciéramos 10 veces más, viajando por varias ciudades. Ya no es sólo cantar: es compartir experiencias, sentir. Entonces hay momentos en los que te das cuenta de hasta qué punto esta música te afecta. En el fondo, de lo que se trata es de transmitir emociones. 

Si vas a un concierto y suena bien pero no te toca el corazón, entonces es que hay algo que no funciona bien. Y no me refiero a que una música tenga que ser romántica, también puede ser contemporánea y afectarte. 

Os insistí en el curso para que os quedárais con una o dos palabras sobre cada coral. No he querido hacer cosas rebuscadas sino que nos fijáramos en la manera de cantar. En general, hemos respetado bastante bien las dinámicas, pero en el concierto las cosas podían ser modificadas y de hecho lo han sido,  según lo que me haya ido pidiendo  el cuerpo. 

Pero ha sido muy bonito ver en el concierto que el coro reaccionaba. Es muy fácil notar cuando un coro está falto de flexibilidad, pero lo que yo iba notando en el concierto era que cada vez podía arriesgar un poco, ir algo más lejos, hacer un retardando más grande, incluir un piano… tenía mucho margen para hacer cosas y eso es algo que me ha gustado muchísimo. 

Con tanta distancia de por medio, hay veces que es necesario hacer cálculos. Si quieres dar un ataque brusco y tienes a la orquesta muy cerca, corres el riesgo de que ellos den un golpe, pero tienes que medir las consecuencias también para un coro que físicamente está muy separado del director. 

He apreciado mucho del coro la flexibilidad, poder crear de cada coral un ambiente distinto. A veces se oyen versiones en las que los corales son monocromos, pero cada coral tiene su carácter, su vida, su evolución, inicio y final, y cada momento es distinto, con su color. 

Al empezar al curso, algunas personas estaban un poco frustradas cuando supieron que no se iban a cantar todos los coros, sino sólo los corales, y de algún modo lo entiendo, porque siempre apetece. Pero los corales tienen mucha más importancia de la que parece: son los pilares de toda la pasión.  

Creo que hemos tenido los ensayos justos. Siempre se tiene la sensación de que se podría haber hecho más, porque de pronto tienes la realidad delante de la nariz, el concierto llega, y eso siempre asusta un poco, pero también sube la adrenalina y produce más emoción, más concentración. 

Hubo una cosa muy bonita también: vuestros regalos. Leer los mensajes de cada uno me emocionó mucho. Tuve la certeza de que estábamos en el buen camino. Si me lo hubiérais dado al terminar el concierto me habría emocionado también, claro que sí, pero el hecho de que fuera el día del ensayo general, 24 horas antes del concierto, fue realmente importante para mí. 

Cuando estábamos en el escenario y os tenía tan lejos, viendo la distancia que nos separaba, de algún modo tuve presentes esos mensajes, y eso hizo que os sintiera muy cercanos. Hubo mucha cercanía, mucho contacto con todos vosotros. Fue muy bonito.”

Bach BWV 245

15 de septiembre 2012.-

Empieza, hoy ha empezado, el diario de una pasión. Pasión según san Juan y mi propia, eterna e incondicional  pasión por Bach.

21 de octubre 2012.-

La mañana empezaba de un modo prometedor: Bach, lluvia y café. Al menos esa es una combinación que a mí, de entrada, me seduce.

El esquema de trabajo ha sido bastante claro desde el principio: empezar con el recorrido por las piezas

Por la tarde, tras la comida, hemos realizado diferentes escuchas de obras de Bach. Fragmentos de la Pasión con letras diferentes y formando parte de cantatas; distintos finales para la Pasión; motetes en los que se aprovechaba la música de algunos corales; movimientos de una Missa Brevis procedentes de cantatas… un concepto de “reciclaje musical” habitual en la época por más que ahora nos choque. Las piezas eran fantásticas, y la versiones muy especiales. La gran mayoría eran versiones en las que Bart participaba activamente, cantando como bajo junto a Collegium Vocale Gent, esa agrupación que dirige el gran Philippe Herreweghe, responsables todos de auténticas joyas musicales indispensables en cualquier buena discografía.

Me ha parecido un privilegio que él mismo participara en todas las grabaciones, porque así nos iba explicando, con datos reales, cuántas personas formaban tal o cuál orquesta, cuántas voces por cuerda había en cada pieza, si eran altos o contratenores, y cualquier otro tipo de datos que le han parecido de interés. Información privilegiada, que se llama.

Bart Vandewege, nació en Gante  y vive en España desde hace 20 años. Es un músico en toda la extensión de la palabra. Director, compositor, cantante profesional.  Con él está garantizado que este curso va a funcionar, que vamos a disfrutar. Yo hoy, al menos, lo he hecho. No siempre se tiene delante a un hombre de esta talla (y no me refiero sólo a su altura, que también). Si uno echa un vistazo a su curriculum, se asombra de ver con qué directores trabaja habitualmente Bart, con qué agrupaciones canta: Collegium Vocale Gent, Huelgas Ensemble, Bach Collegium Japan, Plus Ultra y un largo etcétera. Y también es un lujo verle dirigir a su grupo La Hispanoflamenca, especializado en polifonía de los siglos XVI y XVII. Aunque para nosotros, el mayor de los privilegios, está por llegar: ser dirigidos por él. Doy fe, pues he tenido la suerte de haber trabajado con él unos cuantos meses.

Por eso, por esos meses, sé cómo Bart saca partido de pequeñas cosas para hacer cambios grandes. Como hoy. Una respiración en una anacrusa cambia sustancialmente toda una pieza; una palabra resaltada da sentido a una obra o unos ojos abiertos aportan brillo a una sucesión de notas. Por eso sé cuánto insiste en cantar legato, en evitar la verticalidad de las frases. Sé que le gusta la apariencia de normalidad, que no le gustan los crescendos forzados, sino los naturales, los que el propio texto o la música piden.

Es elegante dirigiendo y pidiendo resultados. Y hace cantar, y cantar y cantar… hasta que suena eso que está buscando, eso que él permanentemente va ayudando a encontrar con palabras, con ejemplos o como sea. Se nota cuánto disfruta con lo que hace.

Nos ha hablado de la no casualidad de la escritura de Bach. La colocación de las palabras, la elección de las mismas, una disonancia aquí, un grupo de semicorcheas, una tonalidad… nada es casual. Y del modo de entender la religión según la visión luterana, distinta a la nuestra.

Por un momento, hoy he tenido la sensación de estar muy cerca de Bach. Por un momento, y mediante una imagen que Bart ha planteado, me he transportado a Leipzig, a Santo Tomás, y desde allí, escondida en algún rincón del coro, he visto al maestro sentado ante el órgano, tocando y dirigiendo.

Y he sentido las lágrimas de emoción del buen campesino llegado a la ciudad, que por primera vez entraba en la iglesia y se encontraba frente a aquellos sonidos tan poco humanos, tan del cielo.

Me quedo con una frase pronunciada por Bart esta mañana, hablando de la magia de la música, de su ser aquí y ahora: “de ella, de la música, no se puede atrapar nada, porque al segundo siguiente ya no está, ya es otra cosa”.

Así que puesto que la música no puede atraparse, quedémonos con la dicha que nos produce vivir y sentir esos segundos diferentes.

18 noviembre 2012.-

Hoy hemos ido haciendo un repaso por todos los corales, en el orden de aparición en la obra, corrigiendo o agregando matices, comentando cosas Bart acerca del texto o de su interpretación, palabras clave, tonalidades.

Hemos llegado  al coral nº 21, el que da inicio a la segunda parte de la obra. Su texto, traducido, dice: “Cristo, que nos da la Vida y jamás ha hecho el mal, fue apresado de noche como un ladrón, arrastrado ante gentes impías y falsamente acusado, escarnecido y humillado, como dice la Escritura”. Lo cantamos, pero no le debió de gustar a Bart la interpretación que estábamos dándole. O quizás fue que NO estábamos dándole interpretación alguna. El caso es que pidió a Belén, la pianista, que tocara unos compases para que comprendiéramos qué carácter había que darle a la pieza. Empezó Belén y todos nos quedamos hipnotizados viéndola y escuchándola. Bart no quiso interrumpirla: se habría roto la magia del momento. Fue increíble. Mientras la escuchaba, fui repasando mentalmente el texto, mi línea y sentí ese frío en la piel del que Bart había hablado. Me resultó inevitable esa sensación de ojos vidriosos, síntoma claro de emoción.

 Tras los aplausos espontáneos, que demostraron que mis compañeros habían sentido algo parecido a lo que yo sentí, volvimos a cantar, y esta vez sí, interpretamos. Qué momento!

Terminas el ensayo y te marchas a casa satisfecho y feliz, a la espera del siguiente ensayo, con ganas de compartir con tus compañeros eso que entre todos estamos construyendo.

Gracias, Bart, por el ensayo. Y gracias, compañeros, por esa emoción que compartimos.

19 enero 2013.-

El ensayo de hoy lo esperaba con muchas ganas, puesto que había pasado bastante tiempo desde el último, en noviembre. Un complicado mes de diciembre para todos nos dejó sin ensayos de la Pasión, aunque sí hubo otros ensayos y otros conciertos. Cada cosa a su tiempo.

Y entonces se han dejado sentir claramente las consecuencias de los dos meses desde el anterior ensayo. ¡Como si empezáramos de cero!

Sin perder nunca la sonrisa, y como si la situación estuviera completamente controlada, Bart nos ha llevado hasta el final del repaso de todos los corales, uno a uno. Y de ahí al café, que parecía imprescindible para retomar la situación.

Pero antes,  ha propuesto cambios importantes: nos ha sugerido el cambio drástico que, dicho sea de paso, casi esperaba hacía tiempo, conociéndole ya un poco. No es la primera vez que Bart consigue resultados sorprendentes simplemente pidiendo que el coro se mezcle, que nadie tenga a su lado a un compañero de cuerda. ¡Vivan los milagros! Se queda uno solo, sin posibilidad de esconderse en el grupo y entonces todo sale…

Y sale, sí. Lo malo, pero también lo bueno. Se ha producido esa maravillosa sensación que se da cuando un grupo humano hace música. Y Bart nos pedía repetir corales, buscando un carácter, un sentimiento concreto, una pincelada, una imagen evocadora. Resignación unas veces, ternura otras, contundencia, firmeza, ligereza, sobriedad, intimidad, brillo… Y por una vez, hemos actuado no como coro sino como “asamblea”, como debió suceder en la época de Bach.

Por mi parte, no veo el momento de ese ensayo general con orquesta, coro y solistas. Es como si fuéramos actores grabando nuestras escenas pero sin haber visto aún el resultado final: el estreno de la película.  Ojalá ese estreno sea de alfombra roja…

17 de febrero 2013.-

Bart está tranquilo, o al menos es calma lo que transmite. Y creo que satisfecho y seguro con el equipo de solistas que ha elegido. No es para menos. Acercándome esta noche a sus perfiles profesionales, escuchándoles, lo cierto es que he notado como si sobre mi deseo de cantar hubiera un enorme regulador de intensidad, un gran crescendo que camina hacia la meta que es el concierto del jueves.

Me gusta la experiencia de cantar mezclados. Me gusta cantar al lado de mis amigos, bajo a la derecha y soprano a la izquierda hoy, Jesús y Yoli. Me gusta escuchar el resultado de la mezcla de voces. Me gusta y, al mismo tiempo, me hace sentir una maravillosa tensión, la de estar donde tengo que estar, cantar lo que tengo que cantar, con plena concentración, consciente de que en ese instante único toda la responsabilidad de mi línea es absolutamente mía y de nadie más. Es cantar para el resto en coro pero con sensación de solista para uno mismo.

Señoras y señores, Bach está presente y muy cercano. ¡Disfrutémosle!

Elena González Correcher

Bart Vandewege

Como músico versátil que es, Bart Vandewege estudió tanto teoría musical (armonía, contrapunto, composición) como flauta travesera, canto y piano en distintos conservatorios de Bélgica. Movido por su enorme curiosidad, se especializó además en música antigua, música contemporánea y jazz.

Con anterioridad había recibido clases de artes plásticas y escritura, disciplinas que le han servido como herramienta de inspiración en la composición de piezas musicales para teatro, cine y danza, debido a su capacidad de crear sinestesias.

Director

Bart trabaja regularmente como director invitado y ha realizado diversas grabaciones de obras olvidadas de compositores que van desde Fétis y Lemmens hasta las del compositor americano Elliott Carter. Como asistente, ha dirigido además La Chapelle Royale, el Vlaams Radio Koor, Collegium Vocale Gent, Il Gardellino y Amsterdam Baroque Choir. En 2008 fue nombrado director artístico del coro de Al Ayre Español.

También es director artístico del conjunto La Hispanoflamenca, especializado en la polifonía de los siglos XVI y XVII de los Países Bajos y la Península Ibérica. Gustav Leonhardt, Monica Huggett y Enrico Onofri han sido directores invitados de La Hispanoflamenca.

Compositor

Bart compone principalmente para teatro, cine y danza, por encargo de diferentes compañías europeas de teatro así como de directores cinematográficos, la Radio Televisión Belga (VRT), Les Ballets C de la B, Ars Animación España/Mexico – Film Animation Studio, entre otros.

En sus composiciones muestra preferencia por una técnica inspirada en el contrapunto de los polifonistas flamencos de los siglos XVI y XVII, pero aplicada al lenguaje sonoro actual y elaborada a base de varias líneas horizontales superpuestas a modo de láminas. Su estilo polifacético varía en función del proyecto y de la persona que realiza el encargo, pero sus melodías-en-las-melodías, así frecuentemente llamadas por los diletantes, son características.

Cantante

Bart canta como bajo en conjuntos como Collegium Vocale Gent (Philippe Herreweghe), Amsterdam Baroque Choir (Ton Koopman), Huelgas Ensemble (Paul van Nevel), Bach Collegium Japan (Masaaki Suzuki), Plus Ultra (Michael Noone), La Petite Bande (Sigiswald Kuijken), Concerto Köln, Il Giardino Armonico, Freiburger Barockorchester, bajo las órdenes de directores como Gustav Leonhardt, René Jacobs, Thomas Hengelbrock, Robert King, Jos Van Immerseel, Alan Curtis, Roy Goodman, Christopher Hogwood, Peter Rundel, Skip Sempé, Peter Phillips y Marcus Creed, actividad que le ha llevado en gira por Europa, Estados Unidos y Asia. Asimismo, ha tomado parte en numerosas grabaciones discográficas.

Supervisor

Bart ha sido hasta 2004 programador de Radio 3 / Klara (VRT Bruselas) y desarrolla una intensa actividad como productor en grabaciones sonoras, pudiendo destacar entre ellas las realizadas recientemente con música de Mauricio Kagel y Cristóbal Halffter.

Su plural destreza como músico resulta ventajosa en la supervisión artística de las grabaciones, siendo su objetivo el obtener lo mejor de los intérpretes en un tiempo limitado, permitiendo a la vez que se expresen con libertad.


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