¡Oh, celestial medicina!, por Dante Andreo
¡OH, CELESTIAL MEDICINA!
Philipine Madrigal Singers y Coro de Voces Graves de Madrid en el Gran Anfiteatro del ilustre Colegio de Médicos de Madrid.
El miércoles 17 de octubre tuvimos oportunidad de asistir al tercer concierto del Ciclo Internacional “Voces amigas” organizado por el Coro de Voces Graves de Madrid, un estupendo ciclo coral en el cual el coro anfitrión comparte escenario con algunos de los grandes conjuntos vocales de la escena mundial.
Si tuviera que escoger dos palabras para explicar la sensación que me quedó de este extraordinario concierto coral, éstas serían: CONCIERTO DE IMPRESIONES Y EMOCIONES.
Hay coros que impresionan y coros que emocionan. Es maravilloso y poco frecuente tener ambas sensaciones en un mismo concierto.
El Philipine Madrigal Singers es un conjunto deslumbrante si nos atenemos tanto a los recursos vocales de cada uno de sus cantantes cuanto al resultado artístico de sus interpretaciones. Las voces, perfectamente timbradas y empastadas en toda la paleta sonora, despliegan todo tipo de filigrana en un repertorio de gran dificultad técnica y estilística.
En un programa variado y denso en el que nos pasearon desde la música religiosa contemporánea, pasando por las canciones tradicionales filipinas hasta algunos elaboradísimos arreglos corales sobre melodías del pop internacional, boleros y fragmentos de comedias musicales, el laureado conjunto filipino nos mostró todo tipo de exquisiteces musicales en un extraordinario trabajo interpretativo.
Ocupando el mínimo espacio, sentados en un semicírculo de alta concentración energética, con la discretísima, casi imperceptible dirección del maestro Marc Antony A. Carpio a través de unos sutiles movimientos de cabeza, todo el conjunto funciona como una “máquina sonora” de extraordinaria precisión y alta calidad. De pronto, sin ningún movimiento aparente, casi sin advertirlo, todo el espacio se transforma en sonido.
El Coro de Voces Graves de Madrid, por el contrario, explotó al máximo los recursos espaciales del recinto. Desde el escenario, entre el público o vociferando de forma antifonal en los palcos laterales, las magníficas voces de este conjunto invaden todo el espacio, como un torrente incontenible, transformado a veces en cristalinas transparencias en los pianissimos.
Es un conjunto de gran expresividad que sabe escoger un repertorio variado e impactante, con fuertes contrastes emocionales que incluyen no solo elementos sonoros, sino también visuales y con frecuencia también olfativos. Casi diríamos que en sus actuaciones la música no solo se oye sino que también se ve, se huele y casi se “toca”…
En este concierto se puso en evidencia los aspectos esenciales de dos estéticas contrapuestas, quizá mejor decir complementarias, de dos culturas: ORIENTE y OCCIDENTE, ambas magníficamente representadas por estos dos extraordinarios conjuntos vocales. Filigrana, reflexión, quietud y concentración, frente a la exuberancia, movimiento, sensualidad y contraste.
Pudimos ver muchas caras conocidas y destacadas personalidades del mundo musical madrileño entre el público que colmó la sala y aplaudió enfervorizadamente de pié a los intérpretes durante varios minutos.
Parodiando a nuestro gran Maestro del Siglo de Oro, Francisco Guerrero en una de sus más conocidas villanescas espirituales, terminaré como he encabezado estas breves reflexiones aludiendo al magnífico anfiteatro del Colegio de Médicos de Madrid donde muy acertadamente tuvo lugar este concierto. “Oh, celestial medicina, oh santo y dulce manjar…que tuvo tal medio para sanar…”
Gracias por este exquisito banquete musical.
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