Tambores, lides, albas, noches y guerras, por Julián Carrillo
Transcribimos la crítica de Julián Carrillo al concierto que la JORCAM ofreció el 18 de septiembre de 2010 en el marco del XXVI Festival de Música de Alicante. El artículo fue publicado por Mundoclásico.com el 22 de septiembre.
Radio Nacional de España, Radio Clásica nos ofrece en diferido dicho concierto el domingo 26 de septiembre de 2010 en su espacio “Matinés de Radio Clásica” en horario de 12.00 a 14.00 horas.
Tambores, lides, albas, noches y guerras
por Julián Carrillo
Alicante, 18/09/2010. Alicante, Teatro Principal,. 26 Festival de Música de Alicante.
Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid.
David Ethève, director; Félix Redondo, director de Coro.
Celia Alcedo, soprano.
Programa:
Carlos Cruz de Castro, Tlamanaliztli nº 3 (Huéhuetl);
José Luis Turina, Hércules y Cronos;
David del Puerto, Cap de Quers;
Jesús Torres, Evocavión de Miguel Hernández (Estreno absoluto, encargo de la Sociedad estatal de Conmemorciones Culturales).
Tambores
Carlos Cruz de Castro compuso Huéhuetl en 1995, como la tercera parte de Tlamanaliztli, obra que empezó a componer en 1986 como homenaje a la pianista y compositora mexicana Alicia Urreta. Cada una de estas partes tiene una estructura cerrada que permite su ejecución sin compañía del resto.Huéhuetl está ideada para tres percusionistas que emplean tres conjuntos redundantes de instrumentos de membrana, tanto afinados como de altura indefinida.
La obra tiene una notable riqueza tímbrica dentro de la analogía del instrumental empleado. A su inicio, dos bombos grandes dan paso a los timbales, que protagonizan una sucesión de oleadas de intensidad dinámica, muy bien resaltada con los cambios de altura a través de continuos glissandi de los timbales. Transiciones a cargo de los bombos dan paso a una sección protagonizada por el sonido de seis panderos a los que se cambia de posición en función de la dinámica y se agita buscando un sonido oscilante de gran efecto.
Las cajas, por el uso de elementos de diferente tamaño y el empleo de diferentes dinámicas, timbres, ritmos primarios y sus subdivisiones, alturas de sonido y uso o ausencia de la vibración de los alambres, protagonizan y enriquecen la obra en la sección central que protagonizan. Diversos cambios de ritmo, desde los más sencillos binarios a las más diversas combinaciones, y un continuo crecimiento de la expresión llevan a la obra a un brillante final. La interpretación de los tres instrumentistas bajo la dirección de David Ethève fue notable en precisión y resaltaron la riqueza tímbrica de la obra.
Lides
Tras el necesariamente laborioso cambio de escenario, se presentó la obra de José Luis Turina Hércules y Cronos, un encargo de la Orquesta Sinfónica de Galicia para conmemorar el octavo centenario de la ciudad de A Coruña. Lo estrenó la propia orquesta en la Plaza de María Pita (en la que tiene su sede el Ayuntamiento de la ciudad) el 16 de agosto de 2008, incluyéndolo como inicio de su concierto en el Musikverein de Viena del 13 de diciembre de 2009, donde fue recibida con cierta sorpresa en el patio de butacas y calurosos bravos en las zonas más altas de la sala vienesa.
Se trata de una eficaz fanfarria conmemorativa, estructurada en secciones representativas de ambos personajes mitológicos, que logra una buena caracterización de ambos: formalmente solemnes las que representan a Hércules, en contraste con un Cronos más informal y juguetón, con momentos casi jazzísticos y otros con un cierto sabor a charanga festiva. Las transiciones entre las secciones de ambos crean un clima como de lucha. La interpretación de la JORCAM y Ethève tuvo la adecuada fuerza, un sonido bien empastado y buena gradación dinámica.
Albas
La obra de David del Puerto Cap de Quers es, como el alba, de claridades crecientes; y como la salida del sol en una playa del Levante español, fulminantemente luminosa en su brevedad. El canto de su melodía parece remedar los cambios de color en la luz de la aurora. Tiene un hermoso tema fugado, muy bien expuesto por las maderas de la JORCAM, y sus ritmos quebrados, de fuerte presencia en dos momentos de la obra, le proporcionan una gran fuerza expansiva hasta su brillante final.
Tras el descanso, el acontecimiento más esperado de la jornada: el estreno absoluto de Evocación de Miguel Hernández, de Jesús Torres. Pocas cosas más parecidas a un amanecer que el estreno de una nueva obra musical, cuando, tras la oscuridad del tiempo en que se va creando y las primeras luces inestables de los ensayos, llega la claridad nerviosa de los focos del escenario el día del estreno.
De entrada, confiar una obra de esta envergadura, dificultad de ejecución y trascendencia a una orquesta y coro jóvenes era una apuesta arriesgada. Pero la primera ejecución pública, realmente colmó las expectativas de los asistentes.
La obra se divide en cinco movimientos: primero y tercero, instrumentales, inspirados respectivamente por los poemas ‘Un carnívoro cuchillo’, de El rayo que no cesa y ‘El tren de los heridos’; segundo y cuatro, sinfónico corales, con textos de Vientos del pueblo y Madre España; y quinto, para soprano dramática y orquesta, con el de Guerra.
El primer movimiento comienza con una morosidad sugestiva y atrayente como una siesta compartida al fresco de la sombra de unos muros de piedra en el verano. Luego, es dominado por toda una serie de crescendi que las cuerdas exponen como ráfagas de viento u oleadas de un mar de furia. Tal vez, como toda una simbología de los embates del amor físico, que nos hace pensar en el paisaje que Hernández describe en dos estrofas contiguas del poema:
‘¿A dónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar’.
‘Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará, a mi pesar, eterno’.
El mayor riesgo asumido por Torres, no obstante, fue poner música en el segundo movimiento de la obra Vientos del pueblo, un poema que lleva décadas en el oído y la memoria de los españoles a través de la versión de Joan Manuel Serrat. Su visión musical del poema se basa en la idea de pueblo unido y la transmite haciendo que el coro vaya solapando el final de cada verso con el inicio del siguiente en un continuo devenir del ritmo y los episodios de fuerza del poema.
Cabe decir, ya en este punto, el buen desempeño logrado en el concierto por el Coro Joven de la Comunidad de Madrid, pese tener una trayectoria aún muy corta y estar compuesto por voces muy jóvenes que, lógicamente, aún habrán de madurar vocal y musicalmente. En este sentido, se hizo notar muy positivamente la labor de concertador de Félix Redondo.
Noches
El lento transcurrir de una noche de dolor en un tren que transporta heridos de guerra se hace sentir desde el comienzo del tercer movimiento con unas duras escalas de los metales en su registro grave, que rememoran el efecto Doppler sobre el sonido de un objeto en movimiento.
‘Ronco tren desmayado, enrojecido:
agoniza el carbón, suspira el humo
y, maternal, la máquina suspira,
avanza como un largo desaliento.’
Hay intervenciones de metales y violines en fortissimo y la música avanza serenamente, trabajosamente, con la lentitud de una vieja locomotora de vapor que se arrastrara tirando del tren que describe Hernández en su poema:
‘El tren lluvioso de la sangre suelta,
el frágil tren de los que se desangran,
el silencioso, el doloroso, el pálido,
el tren callado de los sufrimientos.
…
Silencio’.
Madre España es el canto de un patriota idealizando la Patria, a la que transfiere todas las posibles cualidades de la figura materna. El coro canta, susurra o grita el largo poema, que Torres ha preferido dejar intacto para expresarlo en su gran extensión con todos sus inspirados recursos compositivos en la expresión de un panteísmo que brota directamente de la séptima estrofa del poema:
‘Cuando sobre tu cuerpo sea una leve huella,
volverás a parirme con más fuerza que antes.
Cuando un hijo es un hijo, vive y muere gritando:
¡madre!’
Guerras
Momentos antes de acabar este cuarto movimiento, Celia Alcedo entró en el patio de butacas recorriendo lentamente todo el pasillo hasta el escenario. Totalmente vestida de negro, ese lento traslado y su apacible figura de embarazada fueron la introducción perfecta al quinto movimiento. La necesidad de buscar un acceso adecuado al abarrotado escenario del Principal se tornó en virtud, creando un personaje que en adelante formará, muy probablemente, parte de la obra.
La voz redonda y bien timbrada de Alcedo y su interpretación -por momentos dura, sentida y calma- redondearon el cúmulo de buenas sensaciones que se proyectaron desde el escenario a la sala durante toda la noche. Su forma de expresar el dolor desde su figura gestante hizo mella en el auditorio. El drama se hacía vívido desde la serenidad y la música, expresando el duelo, se convirtió una vez más en comunicación; en mensaje de paz y de denuncia; en prolongación vibrante de la poesía de Hernández.
Como en toda la obra, la JORCAM respondió a la dirección de David Ethève con precisión y con una gran ductilidad dinámica y expresiva. El músico francés irradió seguridad a sus jóvenes músicos y cantantes a lo largo de todo el concierto. Hizo una gran interpretación de la obra de Torres y supo transmitir la letra y el espíritu de una partitura que ha asumido como cosa propia desde que la conoció, que considera ‘una obra magistral que te asombra por su intensidad y profundidad’ y de la que opina que ‘parece imposible presentar esos poemas de mejor manera’.
–