Febo y Pan, por Juan de Dios Tallo
Ante el dilema acudamos a la llamada de Bach
Uno de los tópicos de hoy y de siempre es la competencia que se hacen las llamadas músicas seria y ligera. Hay que decidir epítetos certeros que definan distintos tipos de músicas que al común se le antojan contrapuestas, siempre que pensemos que distintos tipos de música se pueden contraponer. Usamos términos ambiguos como música clásica o culta por un lado y popular, ligera, o comercial por otro. Hay quien prefiere decir que sólo hay dos tipos de música la buena y la mala. Se queda muy bien diciendo esto, pero no ayuda mucho a la reflexión sobre estética musical. Muchos autores de los llamados clásicos han estado fascinados por las músicas populares, otros han atendido artes menores como la opereta o el vodevil, autores pop se han atrevido con el oratorio o la música sinfónica …
Muchos expertos han escrito sesudos estudios sobre el tema antes que nosotros, pero, sin querer compararnos, nos centraremos en el punto de vista de un músico importante como Johann Sebastian Bach, que siempre es un buen apoyo para casi cualquier cosa. Lo traemos aquí porque estuvo preocupado por este asunto tan peliagudo y quiso dar su opinión. Para ello no escribió ni artículos ni cartas. Bach no estaba para tratados de estética musical, por ello decidió simplemente componer una cantata, la que ahora conocemos como la BWV 201 y que él llamó con un nombre más poético: Der Streit zwischen Phoebus und Pan o La competición entre Febo (Apolo) y Pan.
Bach y la mitología griega
El pueblo griego es muy musical y su dios Apolo está asociado a la música o, si se prefiere, a la poesía cantada. Probablemente, los antiguos griegos no entendían la poesía si no estaba acompañada por los acordes de la cítara o la lira y los versos bien medidos y mejor rimados siempre han pedido una melodía. Nietszche, en su obra primera “El origen de la tragedia” nos dice que el poético teatro griego era definitivamente cantado, pareciéndose más a una ópera que a una obra teatral convencional. La música sin letra tampoco parece que les convenciera dado que los griegos no cultivaron la música instrumental como parece que sí que lo hicieron otros pueblos como los asirios.
En la mitología griega, Pan es un dios menor que está asociado a la música de la bacanal, por ello no tanto a la medida y la rima sino a la danza, la desmesura dionisíaca y la borrachera. Su instrumento no es de salón sino de aire libre: la flauta de Pan, pero también el aulós u oboe doble, inventado por Marsias. Su sonido potente le hace apto para el baile popular como la dulzaina en Castilla o la gaita en Asturias.
Ambos dioses musicales están unidos en un mito antiguo que mide y compara la calidad de la música de ambos númenes. Es el mito de la competición musical entre Apolo y Pan, entre la música entendida como arte superior que eleva el alma y la música como diversión que favorece el soltarse la melena.
El mito
Pues lector, has de saber que in illo tempore se reunieron en ameno prado Dionisio, Pan y Midas rey de Frigia para abandonarse a los vapores del vino embriagador y a los cantos embrujadores que Pan entonaba y alternaba con su flauta. Eran cantares burlones y lascivos con los que pasar entretenidamente una calurosa tarde. Y en estas estaban cuando, alabando la música de Pan, terminan por asegurar, con la solemnidad de los beodos, que Pan con su música es muy superior al mismísimo Apolo y que, en caso de competición musical, Pan humillaría al engolado dios. Error. Fue esta metedura de pata (de cabra) la que desencadena todo el desarrollo posterior de esta historia.
Fuera porque estuviera cotilleando o fuera por su calidad de dios, Apolo oye esta conversación y no puede por menos que aceptar el desafío de estos borrachos. El juez de la lid será Tmolus, rey de Lydia.
Llega el día del concurso y, una vez que cada rival ha cantado su pieza, Tmolus no tiene problema en aclamar a Apolo como justo vencedor por su delicado y bellísimo canto. A Midas este veredicto le parece muy injusto pues la canción de Apolo le ha parecido aburridísima y pretenciosa, mientras que la de Pan ha brillado por su chispeante música y divertida letra. Por ello, envalentonado por unos vasos de hidromiel, se erige en juez popular y entrega los laureles de la victoria a Pan. Esta conducta tan imprudente espanta a todos y temen lo peor de la ira de Apolo. Éste se ve obligado a no defraudar y con un pescozón en el cogote de Midas transforma sus orejas en pabellones auditivos de asno.
Terriblemente corrido por la humillación, Midas esconde sus nuevas orejas bajo su gorro frigio. Sólo su peluquero sabe de su ridícula mudanza, pero calla por amenaza de muerte. Este rey no era de los buenos guardando secretos, por lo que sufría lo indecible al tener que esconder su nuevo aspecto. Para aliviar esta tensión terrible tuvo la peregrina idea de abrir un pequeño hoyo en la tierra para después agacharse y gritar su secreto en el hueco abierto, tapándolo de tierra después. Nuevo error. Las cañas que rodeaban el hoyo propagaron su secreto cada vez que el viento las movía hundiendo al cuitado rey en el oprobio.
Hasta aquí el mito ancestral. Bach lo recoge para ofrecernos un tratado de estética musical en forma de cantata quasi ópera, pues estamos ante la obra bachiana que más cerca ha estado del género tan de moda en la época y que tanto cultivó su coetáneo Händel.
El origen de la obra
Bach nos tiene acostumbrados al asombro por la perfección y genialidad de sus obras. Lo que es más difícil es que nos desconcierte pues no suele ser tildado de revolucionario ni de extravagante. En su cantata BWV 201 Bach cambia de peluca ofreciéndonos una pequeña joya con una temática y unas intenciones realmente llamativas. De hecho, en las cantatas profanas como ésta, la Del café o la Campesina, Bach se da una serie de permisos poco frecuentes en él.
Bach está viviendo y trabajando en Leipzig desde hace ya seis años. Hasta ese momento se lleva muy bien con sus patronos municipales aunque las cosas están a punto de cambiar drásticamente cuando al ayuntamiento lleguen autoridades del partido menos afín al rey de Sajonia Augusto II. Nuestro hombre está trabajando en la Iglesia de Santo Tomás escribiendo música para los oficios religiosos de esta iglesia y también para los de San Nicolás con el beneplácito municipal. Todo esto cambia rápidamente y su trabajo es puesto es cuestión al llegar los nuevos responsables del ayuntamiento.
Las motivaciones para escribir esta obra no nos son conocidas. Pero podemos suponer que en aquel tiempo Bach quería dejar constancia de lo superior de su arte en comparación con otros o quería mostrar su opinión sobre los gustos musicales de gente que no le quería bien o le quería mover la silla en Santo Tomás.
La cantata se ejecuta públicamente varias veces en vida de Bach y, a veces, con alguna variación en el texto. Esto nos daría a entender que Bach ciertamente usó esta BWV 201 para responder elegante y musicalmente a algún ataque. Por ejemplo, en 1737 un joven compositor de 23 años llamado Johann Adolf Scheibe[1] se atreve con la arrogancia y atrevimiento de sus pocos años a criticar la música del maestro de Santo Tomás en un difundido texto (Der Critische musicus) por eliminar “… todo elemento natural de sus piezas usando un estilo rimbombante y embarullado oscureciendo su belleza con una sobreabundancia de adornos” entre otras lindezas. Dos años más tarde tiene un conflicto con un oscuro director de escuela de Friburgo llamado Biedermann que opinaba que los chicos venían sufriendo de un exceso de educación musical. Dado que sabemos que los temas mitológicos no despertaban ningún entusiasmo especial en Bach, pensamos que es muy probable que esta cantata se escribiera con un objetivo claro de defenderse de individuos como Scheibe o Biedermann.
Hay quien opina que podría ser parte de una trilogía escrita en su totalidad por su libretista favorito, un poeta diletante llamado Friedrich Henrici, que solía firmar su obra poética con el pseudónimo de Picander[2].
¿Hay más motivaciones? Pues es un misterio, pero no hay que descartarlo. Quizá sea un afán exagerado el escudriñar los textos de las cantatas bachianas para intentar descubrir aspectos ocultos de la mentalidad del Cantor de Santo Tomás. Pero en esta cantata BWV 201 hay textos verdaderamente sorprendentes. La obra comienza con un coro cuya primera frase, a veces la identifica Geschwinde, Ihr wirbelnden Winde:
Coro inicial. La llamada
Geschwinde,
Ihr wirbelnden Winde, Auf einmal zusammen zur Höhle hinein! Dass das Hin- und Widerschallen Selbst dem Echo mag gefallen Und den Lüften lieblich sein. |
Apresuraos vientos en torbellino,
Penetrad inmediatamente en vuestra caverna Y que el ir y venir de la música sea agradable tanto para Eco como placentero para las brisas |
Tras un recitativo en que discuten Pan y Apolo, canta Momus intentando zanjar la cuestión.
Después Mercurio opina que porfiar no lleva a ningún sitio y que lo más sensato es ir a un concurso para ver quien es el merecido vencedor. Apolo elige como juez al lydio Tmolus y Pan al frigio Midas.
En el concurso cada oponente canta su canción. Para ilustrar sus ideas sobre la naturaleza de la música culta y de la popular, Bach nos muestra arias de Apolo y de Pan radicalmente opuestas. Mientras que la de Pan es chispeante, graciosa y bailarina, la de Apolo es un derroche de maestría musical para demostrar la indiscutible superioridad de la música resultado del genio de un maestro identificado con la tradición musical de generaciones que ha ido paulatinamente sofisticando un arte como la música. Bach no especula sobre estética musical con los textos de sus obras sino con la música. Es sabido que nunca escribe textos para sus melodías, siempre recurre a otros. En este caso a Picander. Sabemos que se llevaban muy bien y que colaboraron muchas veces, lo cual ha sorprendido y confundido a numerosos estudiosos desde el siglo XIX pues son dos personalidades opuestas. Si siempre tuvimos una imagen de Bach como persona circunspecta, religiosa y de moralidad luterana a toda prueba, no se compadece mucho con este Picander cuyo genio poético está a años luz del genio musical de Bach y que fue un personaje conocido por sus versitos lascivos y provocadores y al que se atribuía una vida licenciosa, por no decir disoluta. Además, dio pie a hablillas en el común de Leipzig por no casarse hasta los 36 años, aunque, eso sí, acabó casándose dos veces pues enviudó de su primera mujer. Con ninguna de ellas tuvo descendencia. Con esta fama se nos despacha con esta letra para el aria de Apolo:
Aria de Apolo, Bach ante las puertas del armario
Mit Verlangen
Drück ich deine zarten Wangen, Holder, schöner Hyazinth. Und dein’ Augen küss’ ich gerne, Weil sie meine Morgen-Sterne Und der Seele Sonne sind
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Con deseo
Aprieto tus tiernas mejillas Encantador, bello Jacinto. Y quiero besar tus ojos Pues son mis estrellas matutinas Y el Sol de mi alma.
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Para no pocos estudiosos es un misterio el que Bach se prestara a poner música a estos versos de erotismo homosexual sin tapujos. Que Picander pudiera tener una orientación del deseo sexual poco ortodoxa para el Leipzig luterano del siglo XVIII, es plausible. Que se atreviera a escribir unos versos osados, entra dentro de lo probable, vista su producción poética y su trayectoria vital. Pero que Bach, con el puesto de Cantor, que debía defender tanto como su buen nombre, pusiera música a estas efusiones apasionadas de Apolo por Jacinto es extraordinariamente llamativo, por muy guapo que fuera Jacinto y por muy dios que fuera Apolo.
Alguien podría recordar que años más tarde Mozart compuso una pequeña opera llamada “Apolo y Jacinto” con libreto del padre benedictino Rufinus Widl. Sin embargo, en este caso, el buen sacerdote altera la mitología tradicional e introduce el personaje de Melia, supuesta hermana de Jacinto que pasa a ser el objeto amoroso del dios. Widl no es Picander, pero la sociedad del tiempo no era muy distinta en ambos casos, por eso sorprende la diferencia.
El caso es que el escándalo parece que, afortunadamente, no se produce y la obra se presenta al menos tres veces en vida de Bach. Que se sepa sin intervención censora. Frank Schrader considera a esta pieza de Apolo la primera aria homoerótica de la historia de la música occidental. Quizá la solución del misterio reside en el prestigio que los temas mitológicos disfrutaban en el siglo XVIII y que responde en parte a la influencia de la ópera en aquel tiempo. Pudiera ser que la sociedad burguesa de la próspera Leipzig hubiera olvidado ya el caso de Johann Rosenmüller[3] que tuvo lugar 75 años antes. Este maestro de coro era y es considerado un músico de grandes dotes no inferior a Buxtehude o Pachelbel. Habia cantado de niño bajo la tutela musical de Tobías Michael, Cantor de Santo Tomás. Por sus muchos méritos fue nombrado asistente del citado cantor en 1642 y ocho años más tarde primer ayudante. Su carrera sigue imparable cuando se le nombra en 1651 organista de la iglesia de San Nicolás. Sustituye a su maestro enfermo en 1653 prometiéndole las autoridades municipales que le sustituiría como Cantor. Esta carrera se trunca cuando en 1655 es arrestado por estupro cometido con los chicos de Santo Tomás. Fue lo suficientemente hábil para escapar de la cárcel huyendo a Hamburgo según se dice aunque no hay apoyo documental de ello. Sea como fuere, aparece en Venecia en 1658 tocando la trompeta en la orquesta de San Marcos y componiendo para esta iglesia. El escandalo en Leipzig fue enorme, pues había implicados unos cuantos niños. Ni que decir tiene que a Rosenmüller no se le pasa por la imaginación volver por Leipzig.
¿Tuvo conocimiento Bach de estos hechos? Sin duda. Numerosos datos nos llevan a pensar que Bach conocía bien la vida de este maestro y, sobre todo, su obra, que tenía en gran estima. En todo caso, sacar a relucir este tema en aquel tiempo no parece que pueda considerarse una reivindicación de la figura de Rosenmüller llamando la atención sobre el derecho de los seres superiores de amar a los inferiores cuando éstos son bellos. Sin embargo, como quiera que se planteara el estreno de esta cantata, seguro que a más de uno debió venirle a la cabeza el affaire Rosenmüller.
El punto interesante es que el tema no aparece en el aria de Pan, lo cual hubiera sido asociado quizá a actitudes sexuales de una cierta procacidad. Cuando aparece en el aria de Febo con un ropaje muy poético puede querer decir que los mortales no son quienes para juzgar los amores ni ningún otro asunto concerniente a los dioses. Por muy chocante que nos pueda parecer los hechos de los dioses no son juzgables por los mortales. pero veamos el carácter del aria de Pan:
Aria de Pan. La diversión y la música
Zu Tanze, zu Sprunge, so wackelt das Herz.
Wenn der Ton zu mühsam klingt Und der Mund gebunden singt, So erweckt es keinen Scherz. |
Danzando y brincando el corazón se alborota.
Pero cuando la tonada es penosa y la voz está apurada ninguna diversión se despierta |
Como se ve, no hay un derroche de lirismo en esta aria, pero sí toda una declaración doctrinal coherente con el personaje.
En los números finales, aria de Mercurio y recitativo de Momus, se hace alusión a la ignorancia que siempre es atrevida pues aquí quien más y quien menos opina de todo, sepa o no. La ignorancia lleva al desastre según Mercurio pues aquel torpe no perito que se atreve a ponerse al timón de una nave la llevará al naufragio con el escándalo correspondiente. Todo aquel que se atreva a juzgar de lo que no entiende es un pobre Midas que sólo merece convertirse en asno, animal que se deja oir por la cuerda cuando Midas da a conocer su veredicto en favor de Pan, es el aria de tenor que en los compases 110, 137 y 143 imita convincentemente el rebuzno innoble del borrico.
Ved el renglón superior
Aria de Midas. La docta ignorancia
Pan ist Meister, lasst ihn gehn!
Phoebus hat das Spiel verloren, Denn nach meinen beiden Ohren Singt er unvergleichlich schön. |
Pan es un maestro, ¡dejadle ir!
Apolo ha perdido la partida Pues según mis oídos el canto de Pan es incomparablemente bello |
Bach es duro con el ignorante. La ignorancia se consideraba un mal grave en aquel ilustrado XVIII. Deja claro que Midas merece sus orejas de burro. Ha de llegar el siglo XIX y el romanticismo para que se reivindique la música popular y ha de llegar el siglo XX para que Lluis Llach nos diga con toda franqueza y sin complejo ninguno que él, para la música, tiene orejas de burro (Oído hace tiempo en una entrevista radiofónica en Radio Nacional). Para el catalán la excelencia de la oreja de este vilipendiado animal reside en la facilidad que tiene para cambiar la orientación del pabellón auditivo. Con esto nos quiere decir el gran Llach que escucha todo tipo de música. Que muchas músicas le interesan, del flamenco al oratorio barroco y de la Santa Espina al jazz.
El coro vuelve en el número final cantando la moraleja final.
Coro final. Hable el necio, pues no puede dañarnos
Labt das Herz, ihr holden Saiten,
Stimmet Kunst und Anmut an! Laßt euch meistern, lasst euch höhnen, Sind doch euren süßen Tönen Selbst die Götter zugetan. |
Embelesad al corazón, nobles cuerdas,
¡Una el sonido arte y encanto! Dejad que critiquen y se burlen pues vuestras dulces melodías son placenteras a los dioses. |
¿Tienen todavía sentido este tipo de competiciones entre músicas distintas? Bach lo tiene clarísimo, pero ¿Y nosotros?. Nosotros lo tenemos más difícil. Bach no se tuvo que enfrentar a un panorama donde conviven la música culta innaccesible al gran público por su atonalidad, la música comercial, los Dj, los virtuosos, las músicas de fusión, la pasión por la txalaparta, los grandes violines propiedad de bancos y guardados en cajas fuertes, el fenómeno indie, las grandes orquestas, la adoración por Pavarotti y por Eminen, el rock, el acid jazz, los pianos preparados, la música para cine, las mesas de mezclas y las cajas de ritmos, el enorme camión que necesita la Filarmónica de Berlin para sus giras y las decenas de ellos que necesitan los Rolling Stones, la FNAC y Spotify…
¿Sólo había sucesores de Midas en la enorme cola que había el día 29 de noviembre de 2011 en el Corte Inglés para conseguir un CD firmado por Sergio Dalma?, ¿Qué pasó el 30 de junio de 2008 cuando el Coro Monteverdi con Gardiner a la cabeza ofreció un concierto gratuito en una catedral de Toledo prácticamente vacía?, ¿Dónde estaban los seguidores de Apolo?.
La complejidad actual es enorme, pero el asunto sigue ahí. ¿Está Apolo acorralado?, ¿Ha corrompido el mercado el mundo musical? ¿Tiene Apolo el prestigio y Pan el éxito y el dinero? ¿Está la SGAE con Pan o con Apolo? ¿Por qué suena Pan en los ascensores y Apolo en los auriculares telefónicos cuando llamamos a un organismo? El problema es atreverse a opinar. Lector, ¿Tu qué dices? ¿Por dónde empezamos?
Discografía:
Bach: Secular Cantatas – The Contest Between Phoebus and Pan, BWV 201 (Edition Bachakademie Vol 61) /Rilling by Helmuth Rilling, Stuttgart Bach Collegium and Stuttgart Gächinger Kantorei (Audio CD – 1999)
Bach – Cantata, BWV 201 – Vladimir Ziva(CD) by The Moscow Conservatoire Chamber Orchestra, Johann Sebastian Bach and Vladimir Ziva (Audio CD)
Bach: Phoebus and Pan – Secular Cantatas by Johann Sebastian Bach, René Jacobs, Berlin RIAS Chamber Choir, Berlin Academy for Ancient Music and Maria Cristina Kiehr (Audio CD– 1999)
Bach: Phoebus and Pan – Secular Cantatas by Johann Sebastian Bach, René Jacobs, Berlin RIAS Chamber Choir, Berlin Academy for Ancient Music and Maria Cristina Kiehr (Audio CD– 2002) – Original recording reissued
Bach: Secular Cantatas by Johann Sebastian Bach, Reinhard Goebel, Ex Tempore, Cologne Musica Antiqua and Dorothea Röschmann (Audio CD – 1999) Disponible en Spotify
[1] Johann Adolf Scheibe
Nacimiento y muerte: 1708 en Leipzig † 1776 Copenhague
Estudios. Derecho y Filosofía en la Univ. de Leipzig
Profesión: Compositor y organista
[2] Picander: Nombre auténtico Henry Friedrich Henrici.
Nacimiento y muerte: 1700 Stolpen, cerca de Dresde † 1764 Leipzig
Estudios. De Derecho en la Univ. de Wittemberg
Profesión: Funcionario; ha trabajado como secretario y jefe de oficina de correos, recolector de impuestos sobre vino y licores e inspector de vinos, fiscal de distrito, etc.
Otras actividades: Poeta, especialmente de textos libertinos y satíricos. Libretista de oratorios y cantatas profanas y religiosas.
Relación con Bach: Relación profesional muy profunda y reiterada que da en una gran amistad.
[3] Johann Rosenmüller
Nacimiento y muerte:1619 Oelsnitz cerca de Plauen – 1684 Wolfenbüttel
Estudios. Latín en la Lateinschule de Oelsnitz, y Teología en la Univ. de Leipzig
Profesión: Compositor e instrumentista