Lógica y trabajo dignificaron el 3er. “participativo” coral, por Chema Morate
Lógica y trabajo dignificaron el 3er. “participativo” coral
No soy muy partidario de este tipo de eventos porque, a veces, se busca más la foto general del día del concierto ante padres, tíos y demás familia, que una labor seria con gente comprometida y medianamente apta, que quiera servir lo coral o sinfónico- coral con objetivo musical auténtico, más allá de ¡qué bonito es esto! y ¡qué bien lo pasamos cuando estamos todos!.
Sólo los entiendo cuando hay una lógica selección previa de los cantores, se fija un calendario lo más amplio posible de ensayos y, fundamental, la elección del repertorio y realización del concierto final por un maestro de coros experto en el tema, que incluso pudiera contar con un colaborador que desbrozara las 1as. lecturas conjuntas, para aprovechar al máximo el trabajo del concertador frente al coro global.
Aún sin cumplir al completo estas premisas y ya por 3ª vez, el Departamento educativo de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en su Auditorio Miguel Delibes de Valladolid, dentro del Ciclo Delibes canta, agrupó 10 coros de Valladolid: Capilla Clásica, Coros Piccolo, Discantus, Támbara (de Arroyo de la Encomienda), Universidad y Audinos, y Corales Harmonía, Valparaíso, Villa de Íscar y Alauda, sumando casi 250 cantores. Con el apoyo de la Fundación Siglo de la Junta de Castilla y León, se contó con el Maestro Jordi Casas i Bayer, profundo conocedor de los ámbitos profesional y amateur del campo coral, quien propuso repertorio accesible en lo vocal e interesante, atractivo y lógico en lo musical, con “ fiestas de celebración” como nexo de unión: selección de la Música acuática, HWV 348-350 de Haendel, para un grupo de cámara de la propia O.S.CyL. esforzado en seguir la propuesta barroca del director, con trompas espléndidas, oboes y fagot sobresalientes y todos a nivel más que notable; Zadok the Priest, HWV 258 de Haendel y Misa en Do M., KV 167 “In honorem Sanctissimae Trinitatis” de Mozart, para coro y orquesta.
Ya desde el 1er. contacto, Jordi hizo valer su tacto y su profundo conocimiento de la técnica vocal y de ensayo, para irse ganando a cantores tan dispares en edad y saber musical, logrando un estupendo ambiente coral, disciplina y concentración en los mínimos técnicos a conseguir con el máximo de musicalidad. Así se trabajaron los ataques por cuerdas y en conjunto, la colocación de los agudos sin gritar hasta donde las edades lo permitían, la afinación en piano, las agilidades hasta lograr empaste y limpieza, la percepción de cada voz en las fugas, fortes con nobleza y calidad no sólo cantidad, legato, cuidado del sonido, pronunciación cuidada y clara en ambos idiomas hasta donde es posible y mil detalles más, que mejoraron a cantores e ilustraron a directores, hasta hacerles exclamar: “nos saca hasta lo que no sabemos que tenemos.”
Con estos presupuestos, ¿fue todo supermagnífico?. Pues no. Pero sí hubo búsqueda constante de lo importante: LA MÚSICA, y en muchos momentos buena, lo que nos permitió disfrutarla en plenitud de satisfacción, valorando el esfuerzo realizado. La obligada disposición de tanto cantor en sala, primaba en ocasiones a las voces femeninas pero se consiguió cierto equilibrio; y hubo “estilo”: el anthem quedó compacto y articulado y las 3 trompetas brillantes; y en la grata Misa, aquí primicia, se libraron las “sorpresas” que Mozart esconde siempre, aún con timbal que ayuda siempre a mantener el ritmo; detalle de maestro conocedor: Jordi entonó Gloria y Credo con voz de simple celebrante, no para lucirse o llamar la atención, sino como obligado medio para completar con lógica el texto subsiguiente, como se debería hacer siempre si esos íncipit faltan. La O.S.CyL. acompañó con atención y ganas de ayudar y, juntos, despedirnos gozosamente con la moderada fuga del Dona nobis pacem, redondeando el mejor por más lógico y musical de los “participativos” habidos hasta ahora. Enhorabuena a todos.
Chema Morate