Gran concierto de Alterum Cor, por Chema Morate
Gran concierto del coro de cámara Alterum Cor de Valladolid
Presentación como Conjunto residente del Museo Nacional de Escultura
El sábado 29 de Noviembre, 20’30 hs., en la Capilla del Colegio de San Gregorio, sede del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, hizo su presentación el Coro de cámara Alterum Cor, que dirige su fundador y titular Valentín Benavides, como Conjunto residente. El concierto servía además, como glosa musical a la Exposición temporal dedicada al malagueño Ricardo de Orueta (1868-1939), Director General de Bellas Artes, a quien se debe en gran parte la salvación y dignificación del Patrimonio artístico español, incluida la creación del propio Museo, que planeó como ”uno de los más bonitos de Europa en su género”, consiguiéndolo realmente. Su tarea, hoy ya reconocida por todos, tuvo su valoración, p. ej., en el comentario de María Zambrano: “España tiene hoy porque tiene ayer” y, a través de los numerosos visitantes de la exitosa exposición, que podían fijarlos en las paredes, del que entresacamos éste: “En dos años y medio, Orueta dignificó un país”. Ya nos gustaría ahora poder decir lo mismo.
En esa línea, el Maestro dispuso un programa intitulado: Un recorrido por el Patrimonio musical español: Cinco siglos de Música coral. Y así circulamos desde el S. XV hasta nuestros días.
Haciendo honor al hermoso recinto que nos acogía, que comparte época y creación con él, abrió viaje Virgen bendita sin par, del luso Pedro de Escobar (ca. 1465-ca. 1535) establecido en España al servicio de Isabel de Castilla, recogida en el Cancionero de Palacio, seguida de la antífona del Oficio de difuntos Circumdederunt me, a 5, de Morales, una de las 3 columnas que soportan nuestra música renacentista, continuando con un infrecuente Rex autem David de Bernardino de Ribera (1520-ca. 1572), Maestro de Capilla en Toledo y Avila (donde fue casi seguro maestro de Canto de coro del Victoria niño), auténtico planctum del Rey David tras la muerte de su hijo Absalón; de Guerrero, 2ª de las citadas columnas, escuchamos Todo cuanto pudo dar, villanesca dedicada a la Eucaristía, culminando esta 1ª etapa con la 3ª columna: Victoria y su Ave Maria a 8. Llegados aquí, comentemos ya las virtudes mostradas por el coro y sus 18 cantores. Para quien esto cuenta, lo mejor es la línea de superación mostrada, en particular las voces graves; cuerda de tenores con esmalte y bajos con peso y calidad para, unidos, posibilitar variadas dinámicas y colores sin pérdida de timbre; las blancas tienen altos solventes y bien timbradas pero, ante el actual sonido de sus compañeros, precisan un elemento más; el Director palió este problema con habilidad y conocimiento, reforzándolas ocasionalmente con un contratenor o una soprano, según necesidad; las sopranos pueden mejorar su técnica vocal para que los agudos sean más compactos en torno a dos de las voces brillantes. Todos mezclan muy bien y respiran debidamente, lo que les permite abordar ininterrumpido el programa. Benavides también progresa a un ya alto nivel; sus másteres y Cursos han acrecentado saber y técnica, por lo que logró diferenciar estilos y autores y llevar “a pulso” toda esta etapa sin perder tensión en casi ningún momento; debe precisar algún ataque, dentro de la línea musical que siempre intenta mantener, de la que ha borrado durezas anteriores. Todos estos condimentos dieron un guiso estupendo vivo, expresado y bien vocalizado.
Para el XVII-XVIII, un Maestro de Capilla en Valladolid, José Martínez de Arce (ca. 1660-1721) y su antífona de Ramos Turba multa, a 7: trío S-A-T y coro, descriptivo del texto y alto destacada; y el jerónimo escurialense Antonio Soler (1729-1783) y su canto de Consagración Venite, comedite con su particular sentido armónico tan difícil de transmitir.
Y en el XIX tres compositores de gran trascendencia para nuestra Música. Eslava con su op. 156/3, O sacrum convivium, antífona para la Octava del Corpus Christe; el himno para la Inmaculada de Pedrell, Praeclara custos virginum; y Goicoetxea, de nuevo la Catedral de Valladolid presente, con la antífona de Jueves Santo christus factus est, a 5. Todas rematadas con enes bien trabajadas, con los efectos propios del tiempo y con un canto proyectado que hacía olvidar por sus contrastes, la diferencia en número entre los cantores presentes y aquéllos para quienes fueron escritos.
El siglo XX resultó fascinante. Tres cantigas de Alfonso X tratadas por el eximio burgalés Antonio José (1902-1936): I.- Maravillosos e piadosos, II.- Ben per está aos reis, III.- Todo logar mui ben pode sseer, tratadas tan delicadamente en unión de texto antiguo y música avanzada (el espíritu de la Exposición), que sigue haciendo inexplicable, a no ser por la barbarie de sus ejecutores, el que su vida fuera segada; en la 3ª destacó el tenor solista, superado su inicio con voz colocada un poco baja, pero fue sólo el trac inicial, y el coro puede mejorar la “i” de la “María” del final, que quedó demasiado abierta. El conjunto fue emotivo y acertado. Vino luego un estreno absoluto en nuestro continente (sólo hubieron antes dos intentos parciales): Five Gothic Miniatures del ibicenco Miguel A. Roig-Francolí (n.1953), músico, profesor e investigador pluripremiado, experto en época medieval que, en sus palabras leídas por Benavides, ha utilizado sin citas, sólo con recuerdos, para vestirlas con contínuos de hoy, construyendo una obra sorprendentemente bella, exigente y atractiva, en la que el coro debe situarse en todo el espacio, aportando concentración y afinación cuasiexquisitas, que Alterum sirvió en cantidad, y un Director con claridad para los variados compases y colaboración de uno de los cantores para ajustar cambios de tono en los acordes del coro de hombres que, cerrado en cuadro, no le ve totalmente y ha de controlar las otras 3 zonas donde se ubican los demás cantores; I.- Ave Maris Stella, II.- Regina Caeli laetare/Invocabit me (con solos S-T y dificultad de colocación para la soprano en el cambio), III.- Nigra sum sed Formosa, IV.- Ave Regina Caelorum y V.- Alma Redemptoris Mater, son las 5 miniaturas entre las cuesta elegir una como mejor, pues todas son y fueron hechas preciosas. Y aún quedaba el Ave Maria del mismo Valentín Benavides (n. 1974), que nos contó tenía como idea el gregoriano inicial del homónimo falsamente atribuido a Tomás Luis, para abrirse después a estética contemporánea, incluídos efectos minimalistas; sigue sorprendiendo que esta antífona en honor de la Beata Virgen, quizá la más utilizada por los compositores, siga dando obras de mérito; pues Benavides lo ha logrado y se escucha con interés y con momentos de sorpresa que su coro, lógicamente, interpretó con total entrega.
La acogida del público que llenaba la Capilla, de capacidad limitada por respeto al ámbito y contenido de la misma, dejando sin audiencia a bastantes que hubieran deseado estar, fue extraordinaria, obligando a Alterum Cor a regalar, a pesar de la fatiga acumulada, una versión sobresaliente del O magnum mysterium de Javier Busto, digno final para el recital de buen canto coral que nos habían brindado.
Enhorabuena al Museo y a su dirección por la feliz elección de residencia musical.
Chema Morate