El Camino de las Naciones por “Accentus”, por Chema Morate
El Camino de las Naciones por “Accentus“
Con 26 y 37 cantores respectivamente, abordó este coro francés dos programas específicos: uno del S. XX y XXI francés con Ohana, Fénelon, Poulenc, Machuel y Messiaen; y otro del romanticismo europeo con Bruckner, Rajmaninov y Brahms en combinaciones 3 a 2. Les oí lo contemporáneo en la magnífica Sta. Mª La Blanca de Villalcázar de Sirga y lo romántico (Bruckner-Rajmaninov) en S. Zoilo de Carrión de los Condes, ambos Palencia. Su directora, Laurence Equilbey, de sólida formación y carácter, es el alma del conjunto; dirige como arquitecta de sonido, lo moldea con sus manos, lo apuntala en los momentos críticos, crea dinámicas muy amplias que le confieren honda expresividad, modula un fraseo y un legato exquisitos y mima la dicción en cualquier idioma; tal vez el ataque conjunto pierda precisión en algún momento porque, confía tanto en la calidad individual de sus cantores (coro de solistas no solistas en coro), que su gesto orquestal igual que coral (como debía ser siempre) prefiere “hacer música” antes que montar un reloj inexpresivo, dando mucho valor a la afinación cuasi-perfecta (apoyada por el uso de e-tuner individuales salvo en 4 casos que usan diapasón), el empaste y el perfecto equilibrio.
Mantienen complicadas multifonías como Nuées de Ohana o los dos versos de salmo He y Daleth de Fénelon (1952) o la antífona pietísima a 4 O sacrum convivium de Messiaen que sonó como un órgano. El coro femenino hizo The invisible Kingdom de Machuel (1962) sobre textos de K. Raine: cuarteto solista con gran movimiento interno en Teleology y hermosos los otros 4 números a 4, siguiendo los textos con espléndida retórica. Un Poulenc referencial con el bello trío imitativo femenino Ave verum corpus, un gozoso y bien marcado verso aleluyático Exsultate Deo, orantes los hombres a 4 en Cuatro pequeños rezos de S. Fco. de Asís y relajadas gargantas del coro en los responsorios para un tiempo de Penitencia. El regalado Caminho de Machuel tornó al armonio vocal en sus multivoces.
Lo romántico servido con peso, tensión, sin problemas de tesitura, y muy bien respirado. De los 6 motetes de Bruckner, destacar el gradual en modo lidio a 4 y 8 Os justi, con la zona de paso muy bien trabajada; Christus factus en D m.,creciendo hasta el brillante final sin gritar, con bajos sobresalientes y Ave Maria a 7, hecho con emotiva religiosidad. Y de Rajmaninov, 9 de los 20 movimientos de la Liturgia de S. Juan Crisóstomo: qué manejo dinámico y expresivo en la 3ª antífona En tu Reino y en Padrenuestro, y qué brillo sonoro en Bendito sea el nombre del Señor, los 3 a 2 coros; qué unción y vocalización en el himno Canto de los querubines; qué bella vocalidad la soprano en el piadoso Te cantamos y qué ritmo de carillón en el precioso Himno de Comunión. Un espectáculo que culminó con el Ave Maria de las Vísperas para enmarcar, como todo.
Chema Morate