Antonio José: 75 años después, con “su” Orfeón Burgalés, por Chema Morate
Antonio José: 75 años después, con “su” Orfeón Burgalés
El sábado 8 de Octubre ppdo., se cumplieron 75 años del fusilamiento por los golpistas y puesta de su cuerpo en una fosa común del monte Estépar (cercano a Burgos, su ciudad natal en 1902), de Antonio José Martínez Palacios, músico más conocido como Antonio José. Ni la humildad de familia; ni haber sido niño de coro con los Jesuítas, llamando la atención del Prof. José Mª Beobide y del beneficiado catedralicio Julián Gª Blanco, que se erigieron en sus primeros maestros en Música; ni haber sido Prof. en el San Estanislao (S.J.) de Miraflores del Palo (Málaga) de 1925 al 29, recomendado por el 1º; ni su falta de filiación política; ni su interés por el folklore y la difusión de la Cultura y Música de su tierra, reconocidos con el Premio Nal. de Música en 1932 por su “Colección de cantos populares burgaleses”, sirvieron para librarle de la inmerecida muerte, con quizá la envidia como única causa probable. A los 13 años hizo su 1ª composición, alcanzando cerca de las 150, varias de éllas premiadas. Con becas de su Diputación y Ayuntamiento, pudo estudiar en Madrid con Conrado del Campo y E. Vega y en París durante 2 veranos, siempre destacando por su talento.
Su paisano Regino Sáinz de la Maza lo tildó como “”delfín de laMúsica española”” y Ravel dijo de él: “”llegará a ser el gran músico español de nuestro Siglo””.
Burgos, a través de Caja Burgos-Banca Cívica y el Orfeón que dirigió desde que se le llamó para ello a Málaga en 1929 hasta su muerte en 1936, con la colaboración de la Peña que lleva su nombre en la ciudad, le ofreció un merecido recuerdo en el renacentista Patio de la Casa del Cordón en su Ciclo cultural.
Juan Gabriel Martínez Martín, actual Director del Orfeón Burgalés y responsable de su pervivencia y ostensible mejora, dispuso un programa pleno de lógica a tal efecto. Abrió con Romance de Rosa Fresca a 6 v.m. (1935), última pieza coral compuesta por el Maestro, letra anónima del S. XV; lírica, respondiendo al texto y con unos bajos muy graves (él presumía de los 30 que tenía, que “”podían competir con los de los orfeones vascos y catalanes””), se hizo bien fraseada, con empaste y afinación, nuevas señas del conjunto. Siguió con la canción burgalesa El molinero (de “Cinco coros castellanos”), quizá la más cantada de todas las de su producción, estrenada por el propio Antonio José en 1932, en su doble versión: para voz y piano, hecha en 1935; y en la coral a 6 v.m. aludida. En la 1ª, la soprano Ana Isabel Ayala destacó especialmente por la naturalidad, encanto y expresión prodigados en la interpretación, sobre exquisito trabajo de filigrana hecho para el piano (servido sobresalientemente por Diego Crespo), que valora la labor de compositor y cantante; el coro paseó sobre su emblemática obra, rico en matices y buen gusto, dejando oir el giro de la piedra de moler y acabando en extenso filado hasta la extinción del sonido, sorprendiendo gratamente al público que llenaba el auditorio.
En línea con lo que había supuesto Antonio José en el magnífico tratamiento de la música de raíz popular, siguieron las Indianas nº 1, poemario argentino con textos de León Benarós, Arturo Vázquez y J. Ferreira Basso, abordadas por 1ª vez por el Orfeón y dispuestas en orden 2, 1, 3, 5 y 6, compuestas por el argentino Carlos Guastavino (Santa Fe, 1912-2000) para coro mixto ó cuarteto vocal y piano entre Octubre y Diciembre de 1967, ilustre representante del nacionalismo romántico y hábil conector de los acentos musical y prosódico, dedicadas al Director Antonio Russo.
Salvo Quién fuera como el jazmín (2), canción con aire de vidala,se trata de una suite de danzas más o menos explicitadas: valsecito con 3/4 y 6/8 superpuestos y yuxtapuestos, zamba con paso de menor a mayor, habanera 2/4 y la viva cueca final. Se cantó con solvencia aunque un punto rígida y corta de dinámica, fruto de la tensión de toda primicia; Crespo acreditó su sensibilidad a un pianismo no fácil de ajustar; ojalá el Orfeón encuentre 2 ó 3 altos que den más color a su cuerda y algún buen timbre fresco que añada calidad al buen sonido que ya ha conseguido.
La 2ª parte se dedicó al compositor Alejandro Yagüe (Palacios de la Sierra, 1947), burgalés de acreditada valía, viejo conocido en estas páginas y vinculado como burgalés a Antonio José, cuanto que fue encargado de la orquestación y puesta a punto de la ópera El mozo de mulas (que aguarda su más que merecido estreno) del maestro, cuyo asesinato le impidió concluir. Se estrenó en concierto su Missa Solemnis (ya sonó en Junio en la Catedral el día de S. Pedro), encargo del Orfeón Burgalés para sustituir a la Pontifical de Perosi que tradicionalmente venía sonando en esa fiesta patronal. Yagüe tuvo en cuenta para su creación, el cincelado gótico del recinto (que conoce a la perfección y al que ha glosado ya en distintas composiciones), el sonido del órgano barroco que le acompaña y las posibilidades del coro solicitante. Y así ha surgido una partitura de cierta complejidad rítmica y armónica, con la virtud de que los textos latinos de las 5 partes del Ordinario (es una brevis) pueden seguirse mentalmente sólo oyendo el movimiento de la música, ajustada a ellos como el anillo al dedo del Patrón; además la duración está medida para no perder en demasía el curso de la liturgia; tripartito el Introibo que comienza y finaliza “andando”, con cegadora luz en la llegada central; invocaciones piadosas, variadas y expresivas en el Kyrie como en el Agnus; Gloria muy textual y dinámico; Sanctus con Benedictus, calma y camino hacia brillante final; se perciben aromas de Messiaen.
El trabajo contrapuntístico del órgano es soberbio, integrándose entre las 6 voces corales con independencia; Crespo, aquí en su auténtica labor de organista, destacó en la elección de registración útil para el coro (beneficiado en brillo del medio tono más que da el eléctrico sobre el barroco) y fiel a la partitura; los cantores lo tenían muy bien estudiado y respondieron a la seria, firme y clara gestualidad del Director, con acierto más que meritorio. La ceremonia patronal concluía con el Tu es Petrus de Eslava; también con afán de renovador, se presentó en estreno absoluto el que para coro mixto y órgano ha compuesto Yagüe, dando continuidad de estilo a la celebración religiosa; el texto de la Antífona 5 del día se sirve con aire coral nórdico, más meditativo que hímnico pero bello y cercano.
Compositor e intérpretes fueron larga y repetidamente ovacionados por el público que llenaba el precioso Patio. Para corresponder a ello, el Orfeón añadió el Salmo CL del brasileño Hernani Aguiar, bien ritmado, rematando una gratísima jornada que habrá provocado una sonrisa en Antonio José, allá donde more, por tan feliz recuerdo.
Chema Morate