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L’Homme Armé, por Juan de Dios Tallo

Publicado por el 12 September 2012 Sin Comentarios

L’Homme Armé

Es conocido que en el estribillo de La Marsellesa se exige a los ciudadanos que, puesto que hordas extranjeras se aprestan al ataque, se armen y marchen para que la sangre impura “abreve nuestros surcos”:

Aux armes, citoyens,
Formez vos bataillons,
Marchons, marchons!
Qu’un sang impur
Abreuve nos sillons!

Durante siglos los ejércitos han nutrido sus mesnadas con súbditos humildes que se las han tenido que ver en el campo de batalla con enemigos compuestos más o menos con los mismos mimbres. Es una triste constante histórica.

L’Homme Armé constituye una tradición que responde a esta realidad ancestral que se desarrolla a través de los siglos desde los ejércitos griegos, las legiones romanas, los Tercios de Flandes o los ulanos de Federico el Grande. El principal interés para el lector curioso es averiguar el origen de la plasmación musical de esta realidad. ¿Porqué hay tantas misas que se llaman así, “L’Homme Armé”? Lamentablemente no podemos ofrecer una información certera, pues a nadie tenemos que nos haya dado noticia cierta e indubitable sobre el origen. Por ello, nos limitaremos a aventurar una aproximación al fenómeno y colocaremos juntos datos y hechos para sugerir conexiones posibles y probables.

Origen geográfico y temporal.

Podemos delimitar con exactitud un punto de partida espacio-temporal pues la trayectoria de estas misas surge en el ducado de Borgoña a mediados del siglo XV. Esto sí que se puede asegurar con total aplomo, lo cual ya es un principio. Ahora corresponde ver que pasaba por allí en aquel entonces, por si nos es de ayuda.

Estamos en los dominios de Felipe III apodado “el Bueno”, que en su momento se ve catapultado al poder supremo borgoñón por ser asesinado el duque su padre. Este Felipe será un gobernante de gran ambición y habilidad que agrandará enormemente sus dominios por guerras de conquista, políticas matrimoniales y de todo tipo y por simple compra de tierras. Gran amante de las artes plásticas, el teatro y de la música, convertirá su corte en la más lujosa y culturalmente sofisticada de Europa.

Así comienza la segunda mitad del siglo XV y autores de la zona como Caron, Binchois o Dufay empiezan a componer misas llamadas del Homme Armé, “el Hombre Armado”. Estas misas presentan una peculiaridad, pues son de las llamadas de parodia o de imitación que se basaban en melodías de cancioncillas conocidas y populares que actúan de cantus firmus. Las melodías podían ser de cualquier tipo y, a veces, eran muy chuscas como la canción Entre vous filles de quince ans, muy subidita de tono y usada por Orlando di Lasso en su Misa “Entre vous filles” de 1581. Lo importante era usar una melodía aprovechable para montar bonitas polifonías.

La canción L’Homme Armé, pues, existía y fue aprovechada por estos autores, en principio flamenco-borgoñones y después también por italianos, alemanes, españoles, etc.

La canción debemos considerarla anónima, bien que haya habido autores como Pietro Aaron que en 1523 atribuía su autoría al mismísimo Busnois, pero no dice en qué fundamenta su hipótesis. Hay quien asegura que era una canción que se cantaba en una taberna homónima de Cambray, cercana al domicilio de Dufay, al que contaría entre sus parroquianos y que era frecuentada por cantores, ministriles y toda clase de músicos. Otra hipótesis más que, a estas alturas, no vamos a poder desarrollar por falta de pruebas, pero que no deja de ser atractiva y se suele citar.

Lo que sí es interesante es ver como por cuestión de fechas, la aparición de esta canción coincide con un considerable rearmamento del ducado de Borgoña a base de levas, hecho que se repite en otros señoríos y reinos europeos. Ello produce un ambiente de ardor guerrero que recorre Europa tras los acontecimientos de 1453 que dejan a la población europea en estado de shock.

Europa y el 29M

El 29 de mayo de 1453 un joven de 23 años llamado Mahomet II, a la sazón sultán turco, entraba a caballo en la basílica de Santa Sofía tras asaltar la muralla de Constantinopla gracias a sus muchos miles de terribles jenízaros, guerreros profesionales (no de leva), y a una novedad  bélica como la artillería.

El asedio fue largo y la desproporción de fuerzas notable a favor de los turcos. En las cortes europeas se venía discutiendo si ayudar al pobre emperador Constantino Paleólogo o no, si de esta forma o de otra. El Papa, sin ir más lejos, prometía pedir a los reyes de la cristiandad una cruzada de ayuda, siempre y cuando los griegos ortodoxos volvieran al redil de la Iglesia Romana. Sea como fuere, tras mucho discutir y muchas reuniones en la cumbre, no hubo cruzada ninguna, Constantinopla cae y en uno de los montones de cadáveres tras el asalto final  a la ciudad milenaria encuentran al desgraciado emperador que es identificado por los zapatos. El Imperio Bizantino desaparece de la escena europea y los europeos no se lo pueden creer.

Un banquete famoso.

En las distintas cortes y en Roma hay estupor e incluso, un cierto sentimiento de culpa. Proliferan por doquier proyectos de reconquistar la ciudad legendaria y expulsar a los turcos de tan santos lugares.

Siete meses tras la caida, el legado pontificio se acerca por el palacio ducal de Lille donde Felipe el Bueno le tiene preparado un festín que todavía hoy se recuerda como el “Banquete del Faisán”. El legado quiere convencer a Felipe de la necesidad de reunir este gran ejército para marchar a la reconquista de Constantinopla. Durante el banquete hay una representación teatral alusiva a la toma de la ciudad imperial. Aparecen personajes que alegóricamente representan al Gran Turco, a la Iglesia afligida, a los reyes y a los caballeros de la orden borgoñona del Toisón de Oro que se comprometen a luchar por el orbe cristiano, etc. La cena es pantagruélica y el legado se vuelve a Roma tan contento.

Podría ser una oportunidad para estrenar esta nueva orden del Toisón creada por Felipe y que un día de este siglo XXI tendrá a otro Felipe, descendiente de él, como gran maestre. Pero una cosa es predicar y otra dar trigo pues el banquete va a dar a luz un ratón. El  Felipe de entonces, político sibilino, se compromete en realidad a no más que unirse al rey de Francia, en el caso hipotético de que éste decidiera liderar una expedición al Bósforo, pero a nada más. Sabía de sobra lo entretenido que estaba el rey francés en sus guerras con los ingleses en las que tanto había estado enredando él mismo, bien apoyando a Inglaterra vendiéndoles de paso a Juana de Arco o aliándose con el francés cuando convenía.

Eso sí, Felipe el Bueno dejó que el ambiente bélico creciera y que la población llegara a temer una gran leva para marchar al otro extremo del Mediterráneo. Y en esas aparece L’Homme Armé. 31 compases en la versión original, igual al número de caballeros del Toisón de Oro, que prenden por todas partes.

L’homme, l’homme, l’homme armé,
L’homme armé doibt on doubter.
On a fait partout crier,
Que chascun se viegne armer
D’un haubregon de fer.
L’homme, l’homme, l’homme armé,
L’homme armé doibt on doubter.

El hombre, el hombre, el hombre armado, El hombre armado debe ser temido.
Por doquier se ha proclamado
Que todos deben hacerse armar
Con una cota de malla.
El hombre, el hombre, el hombre armado,
El hombre armado debe ser temido.
L’Homme Armé avanza imparable

Aunque ya sea tarde para poder comprobar la hipótesis histórica aquí expuesta sobre la causa del origen de la melodía seguiremos con nuestra aproximación al asunto con la característica audacia que presta la ignorancia y las pocas pretensiones que ponemos en este modesto texto. Por tanto, amable lector, no nos hagas sino el caso justo. Es cierto que circulan otras hipótesis, pero nos parecen menos plausibles. Así, unos han dicho que el Hombre Armado es Jesucristo personificado en el sacerdote oficiante con la casulla por cota de malla. No está mal, pero no explica lo de “Todos deben de hacerse armar”, que suena demasiado a leva general. Otros opinan que el hombre armado es el mismo turco, pero volvemos a las mismas. No explica ese verso central que creemos fundamental para aferrarnos a la hipótesis defendida aquí. Ahora es el momento de explicar porqué se expande esta melodía por toda Europa y es motivo para la escritura de más de 50 misas, que se sepa, por los más conspicuos autores de aquellos siglos que vieron nacer y declinar el Renacimiento musical europeo.

Desde finales del siglo XIV y a lo largo del siglo XV vemos un crecimiento importante del arte musical en Flandes, por entonces bajo poder borgoñón. En este país los músicos empezaban de niños a avezarse en la música en las capillas de las catedrales y, una vez expertos, eran bastante viajeros, en parte porque la corte borgoñona era bastante inquieta y no paraba mucho por su capital de Dijon y en parte porque para ganarse la vida con su arte debían trasladarse de un sitio a otro. Por Francia e Italia principalmente. Nace así una serie de generaciones de músicos muy cosmopolitas que beben de muchas fuentes y que influyen en tierras diversas. Recordemos que Desprez o Dufay viajan a Francia e Italia y Ockeghem, por ejemplo, estuvo incluso en España por 1470. Por lo demás, estos autores recuperan una tradición algo olvidada en el siglo anterior, nos referimos a la escritura de música religiosa, volviendo al motete y a la misa cantada.

Este carácter poco casero de los flamencos debió ayudar sobremanera a popularizar de nuevo la música sacra y el contrapunto flamenco en los distintos reinos y a dar a conocer la melodía de nuestro hombre armado de Portugal a Alemania o Italia. En todo caso, la melodía es ideal para ser usada para cantus firmus, que era el sistema más usado en aquel quatrocento musical.

La nueva misa del XV y el Hombre Armado

En el siglo XV se pretende algo nuevo con respecto a la misa tradicional cantada, donde sus distintos números canónicos eran independientes entre sí. Ahora se prefiere dar unidad musical a las distintas partes del ordinario de la misa. Tras varias ideas vence la de usar un mismo material temático en todos los números, es decir, ir repitiendo una melodía, unas frases musicales, en cada movimiento. Ya lo veis, lo que se llama un cantus firmus. La melodía podía ser cualquiera y, si era conocida daba nombre a la misa, Este procedimiento se empezó a usar en Inglaterra entre 1420 y 1435, pero pronto da el salto a Flandes y Francia y llega para quedarse.

El cantus firmus se ponía en la voz de tenor y a partir de ahí se armonizaba hacia las voces inferior y superiores. El sistema se va sofisticando y el tema puede saltar a otras voces, ponerse disfrazado con notas más largas, escrito al revés, como base para cánones y todo tipo de polifonías etc.

La melodía del Homme Armé, como ya hemos indicado es ideal para estos fines, y si importantes autores han aprovechado sus posibilidades dando a la imprenta (recién inventada) ejemplos maravillosos, otros, con este acicate, no quieren ser menos y se van a atrever con la melodía. Todos querrán tener su misa L’Homme Armé. De los primeros como Dufay, Bisnois o Caron seguirán Tinctoris, Desprez, Ockeghem, De la Rue, Palestrina, los españoles Anchieta y Morales hasta llegar al siglo XX con ejemplos de P. Maxwell Davies o Christopher Marshall[1] que reconoce que le apetecía usar métodos renacentistas y la última muestra sería el superventas The armed man: A mass for peace de Karl Jenkins.

Lo atractivo de la melodía y sus posibilidades para desarrollar la misa de cantus firmus o paródica ha podido ser la causa principal para que tantos autores se acercaran a este tema. Veamos ahora dos casos extremos Desprez y Jenkins.

El caso Desprez.

De las misas L’Homme Armé del siglo XV sobresalen las de Josquin Desprez. Si las hay excelentes y de los mejores autores, las de Desprez son auténticas proezas. Son dos, llamadas “Sexti toni” y “Super voces musicales”. Ambas son distintas en su esquema general y parecen de distintas épocas, aunque parece que no lo son y, de hecho se publican al mismo tiempo en 1502. Pertenecen a su época media y debieron componerse sobre 1500.

La Super voces debió escribirse primero, es una típica misa paródica con cantus firmus y tiene un aire bastante medieval. La otra, la “Sexti toni” aparece como una obra de Renacimiento maduro.  Veamos en que se diferencian.

La Super voces se llama así porque la melodía del Hombre Armado va apareciendo por turnos en las notas del hexacordo. De esta forma, comienza en Do en el Kyrie, luego por Re en el Gloria, por Mi en el Credo, por Fa en el Sanctus, por Sol en el primer Agnus Dei y por La en el tercero. En esta misa Desprez hace algo extraño para la época como que las cuatro voces se van superponiendo unas a otras por motivos de mejorar la expresión.

La Sexti toni debe su nombre al hecho de terminar la melodía en Fa en vez de Sol que sería lo esperable. De esta forma la termina en modo mayor. La melodía del tema va apareciendo en todas las voces, en vez de sólo en la de tenor como sucedía en la anterior. En el Sanctus y en el Osanna lo hace aparecer en canon y en el Agnus Dei juega con el tema haciéndolo aparecer en su forma normal y  retrógrado.

Estas audacias de Desprez tienen su premio y hoy día sus misas son consideradas como joyas de entre todas las misas de L’Homme Armé.

El caso Jenkins

Karl Jenkins se decide a la composición de su misa tras serle sugerida por el responsable del Collection Care, Bob Smith, y gran aficionado a la música antigua. Jenkins tenía por entonces el encargo de escribir algo para el cambio de siglo y milenio por parte de las Royal Armories y pensó que tenía que ser algo original y al mismo tiempo enmarcado en la tradición cristiana del país. Se decide por la sugerencia mencionada y el tema del Homme Armé es desempolvado otra vez. No es tanto un cantus firmus de nuevo, es una colección de piezas con muy diverso carácter y que deben reflejar la nueva sociedad multicultural y global (Hay incluso una llamada del muecín a la oración). Y, finalmente debe de hacer reflexionar al oyente.

Jenkins peca a veces de grandilocuente y los montajes son tirando a apabullantes en cuanto a luces y sonido, quizá herencia de su pasado rockero en Soft Machine. Su inventiva melódica es muy buena y los resultados son notables. Aunque carece de profundidad y a veces es demasiado efectista y a veces demasiado chill out. Sin embargo, se rodea siempre de buenos cantantes como Bryn Terfel y es un compositor prestigioso. No es Desprez, pero comercialmente ha sido todo un éxito y, en estos tiempos, vender así una misa coral no es meta sencilla.

Estamos ante una misa que mezcla elementos y partes del ordinario católico con añadidos musulmanes e hindúes para darle un tono más global o ecuménico. Además de ello, incluye textos de Dryden, Tennyson, Kipling, Swift y de un superviviente de Hiroshima llamado Sankichi Toge.

En su Armed Man a Mass for peace, quiere hacer un alegato pacifista. La música suena a veces muy marcial, aunque no recurre a la marcialidad caricaturesca como en el caso de Shostakovich en su sinfonía nº 7. Suena marcial de verdad, tanto que en ocasiones, parece un encargo de la Secretaría General de la OTAN. Pero no hay que perder el sentido general de la obra, la intención es criticar el militarismo y la guerra. Su tratamiento del tema L’Homme Armé es ingenioso y creativo. En él hace un número bonito con una impresionante entrada de la orquesta y con canon final que muestra las posibilidades contrapuntísticas del tema. Este primer número, como se puede ver en YouTube Jenkins lo muestra como un espectáculo audiovisual. Uno de los números más celebrados es el emotivo Benedictus que Fernando Argenta tanto gustaba poner en sus desaparecidos Clásicos Populares de Radio Nacional. Puede que sea el mejor momento de esta misa.

En todo caso, le felicitamos y nos alegramos por su éxito.

Juan de Dios Tallo

En Toulouse:


[1] Autor del arreglo del Minoi minoi samoano tan cantado por el coro Vox Aurea allá por 2003 y siguientes bajo la dirección de Jagoba Fadrique.


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